Dabid LAZKANOITURBURU

La marea verde sube imparable y amenaza a Macron y a los otrora grandes partidos

Lyon, Burdeos, Estrasburgo… al lograr unas victorias históricas, los Verdes franceses, que cabalgan sobre una ola a escala europea, surgen como los grandes vencedores de las municipales. Toda una advertencia para el presidente Macron. Pero no solo para él.

Tres meses después de una primera vuelta amenazada por la pandemia, la reválida del domingo volvió a estar marcada por una abstención récord, de cerca del 60%.

Una desafección del electorado ante la que el presidente francés, Emmanuel Macron, está «preocupado». Pero que no ha impedido que la marea verde llegara a las grandes ciudades de Francia, incluso a París, donde la alcaldesa socialista saliente, Anne Hidalgo, fue reelegida tras hacer totalmente suyo el programa ecologista al lado de sus aliados de EELV (Europe Ecologie-Les Verts).

Los verdes han ido de victoria en victoria, solos o liderando alianzas políticas. En Lyon ganando por partida doble, el poder metropolitano y el Ayuntamiento de la tercera ciudad del país. Al igual que en Estrasburgo y en Burdeos, ciudad bañada por el Garona que llevaba 73 años gobernada por la derecha.

Besançon, Tours Poitiers, Annecy, Colombes (Altos del Sena, al oeste de París)… todas ellas se rindieron a los ecologistas, que revalidaron Grenoble, la única alcaldía que lograron en 2014.

En Marsella, donde la miembro de EELV Michèle Rubirola lideraba una alianza de izquierda, el resultado era muy ajustado y la candidata del LR, Martine Vassal, intentará que no acaben los 25 años de reinado de la derecha en la segunda ciudad del país en la elección de la alcaldía por el consejo municipal del viernes.

El secretario general de EELV, Julien Bayoum, destacó la victoria en localidades y barrios populares como Schiltigheim [Bajo Rhin], Bègles [Gironda], Arcueil [Vallle de Marne)...

A modo de acuse de recibo, Macron recibió ayer en El Elíseo a los 150 miembros de la Convención Ciudadana sobre el Clima (CCC), a quienes encargó hace un año que presentaran medidas para luchar contra la emergencia climática.

El jefe de Estado deberá precisar en los próximos días su intención de «reinventarse» de cara a los dos últimos años de mandato, con una más que anunciada remodelación ministerial y con la cuestión ecologista ya como mandato.

El jefe de filas de los Verdes, Jannick Jadot, instó a Macron a «dejar de marear la perdiz» y hacer suyas las 149 recomendaciones de la CCC. Y que van desde un referéndum para incluir la lucha contra el cambio climático en la Constitución hasta la instauración del delito de ecocidio, pasando por medidas contra el coche individual, la prohibición de los transgénicos, la renovación térmica obligatoria de los edificios y la reducción de límite de velocidad en autopista de 130 a 110 kilómetros por hora. Esta es rechazada por la mayoría de los franceses y una medida similar (la de reducir a 80 la velocidad en las carreteras secundarias) fue, junto con una tasa al diésel, la chispa que encendió a los chalecos amarillos.

En su discurso ante el CCC, Macron consideró ayer el resultado electoral como «un barómetro de lo que piensan los franceses» y se comprometió con todas menos con tres propuestas, la citada de la reducción de velocidad, la del referéndum, y la introducción de un impuesto del 4 % a los dividendos accionariales

Ya hay quien, desde la mayoría presidencial de LREM (La República en Marcha) califica a los proponentes del CCM de «jemeres verdes», en referencia al movimiento comunista milenarista que llenó de cadáveres Camboya en los años setenta.

Quien no parece muy predispuesto a aplicar todas esas medidas es el primer ministro, Edouard Philippe, quien ha sido reelegido en la ciudad de Havre. Prácticamente única victoria que, siquiera de refilón, puede reivindicar LREM. Y no solo porque Philippe decidió, hábilmente, no presentarse bajo esas siglas, sino porque su triunfo consolida su popularidad frente a un Macron en horas bajas.

No se descarta que el presidente se lo quite de encima tras felicitarle por su «bella victoria», lo que, en todo caso. ahondaría en la división interna en la mayoría presidencial.

Pero yerra quien piense que Macron es el único amenazado por la marea verde.

La derecha (LR), muy debilitada a nivel estatal, ha confirmado su implantación en las localidades de más de 9.000 habitantes en las que sigue sin tener rival. Y ha amarrado Niza y, por los pelos, Toulouse.

Por lo que toca al otro «otrora» gran partido, el PS, ha hecho lo propio, además de en París, en Rennes, Nantes, Le Mans, Clermont-Ferrand y Dijon, sin olvidar Nancy y Montpellier. Y conserva por los pelos Lille frente a un candidato ecologista.

Los verdes ya son la primera fuerza del magma de la izquierda francesa, como reconoció ayer mismo el número uno del PS, Olivier Faure, dispuesto a ponerse detrás del «candidato que encarnará el bloque social-ecologista».

Ya hay quien compara las elecciones del domingo con las municipales de 1977, que ganó la izquierda y que anticiparon la victoria de François Mitterrand en 1981.

Malos augurios también para la extrema derecha que aspira a utilizar su victoria en Perpinyà, ciudad de más de 100.000 habitantes y capital de Catalunya Nord, como palanca en su proceso de desdiabolización en su camino hacia El Elíseo.