Amaia EREÑAGA
BILBO

Lekuz Leku, una barricada de danza contemporánea

En versión muy reducida, tanto en aforo como en citas; mirando al paseo de Abandoibarra, su escenario natural durante los últimos dieciséis años, desde el otro lado de la ría, pero negándose a suspender. Lekuz Leku, el festival que organiza la sala alternativa La Fundición y que hace callejera a la danza contemporánea, vuelve para abrir la temporada.

Durante años, el bilbaino festival Lekuz Leku ha abierto en junio nuestra temporada de la danza contemporánea. Espectáculos internacionales, difíciles de encontrar en otros foros, y gran parte de la producción vasca que se ha “cocinado” incluso en las instalaciones de la sala La Fundición, en régimen de residencia, han sido los ingredientes de una programación pensada para acercar la danza a un público familiar “analfabeto” en esta disciplina a través de piezas cortas y, de paso, hacerle redescubrir la ciudad y ponerla a una escala más humana. Por cosas del Covid-19, o más bien por encima de ella, de junio Lekuz Leku ha pasado a julio y, resistiéndose con uñas y dientes a la suspensión, casi a modo de barricada simbólica, hasta este viernes se ha instalado al otro lado de la ría. El lugar elegido, la terraza y el interior de La Fundición (calle Francisco Maciá) y también a las redes, porque se podrá seguir en streaming.

«Sigue siendo el mismo festival, pero en un espacio más reducido», explica Luque Tagua, programador y director de esta veterana y referencial sala privada. No han conseguido los permisos para volver a Abandoibarra –aunque, apunta, curiosamente sí se han dado a otras actividades en la calle en Bilbo–, por lo que han optado por reformularse. De las 400-500 personas que podían llegar a congregar algunas de las seis actuaciones diarias de años pasados, pasan a las 70-80 que entran en la terraza.

Lekuz Leku arrancó ayer con el documental “Danser l’Espace”, y continuará hoy en la terraza con la compañía vasco-valenciana Forma Povera (20.00). Después pasarán a la sala con “Rosas danst Rosas” (1997), un documental belga que recoge una de las actuaciones referentes de la danza posmoderna, la de la bailarina Anne Teresa De Keersmaeker en 1983.

Mañana, día 9, a partir de las 20.00, se irán concatenando cuatro propuestas: primero, “Block”, una pieza de Amaia Elizaran que tiene la colaboración de los Belako Lander Zalakain y Josu Ximun en la música y la producción; luego “Idi begi”, un proyecto de la compañía Larrua de Gasteiz inspirada en las pruebas de arrastres de piedra; les seguirán los madrileños de Fabián Thomé, ganadores del primer premio del certamen coreográfico Madrid 2019; y cerrará el catalán de Arnau Pérez.

La programación del viernes 10 arrancará, también a las 20.00, con la vizcaina Olatz de Andrés y su compañía Lokke; seguida de Ziomara Hormaetxe, con su lectura del bombardeo de Gernika; el granadino Daniel Doña con su “Campo cerrado” sobre la posguerra española –ha recibido varios Max por trabajos anteriores– y cierran el bailarín Jaiotz Mujika y el diseñador de vestuario y espacio escénico Xabier Mujika, con “Suddenly”, una pieza de 13 minutos.

«Si siempre ha estado en precario la danza y el teatro convencional, imagínate la creación contemporánea. La gente realmente está en un momento complicado, por eso nuestra idea era no suspender e intentar seguir trabajando», explica Luque Tagua a GARA. De hecho, La Fundición recolocará en otoño-invierno los espectáculos suspendidos durante el confinamiento… pero surgen muchas preguntas: ¿Qué pasará en el 2021, cuando se acaben las subvenciones? ¿Y con las salas privadas como la suya? «Vemos que cada vez es más difícil para nosotros ser independientes», contesta, y no oculta la sensación de que «la ciudad es más grande, ha cambiado, pero algunos estamos cada vez más a la periferia, porque vamos siendo expulsados. No solo nosotros, más gente, porque las instituciones se van apoderando de ciertos espacios de todo el territorio. Es muy difícil la convivencia entre lo público y lo privado, aunque yo reconozco que somos un espacio privado que hacemos un servicio público desde hace 34 años». Frente a los grandes eventos, reivindica espacio para otras “avanzadillas” como la suya. Y, advierte: las compañías de danza «son altamente rentables a nivel político y social». Es decir, es industria a apoyar.