GARA
JERUSALÉN

La corrupción y la gestión de la pandemia inflaman las protestas anti-Netanyahu

Con un primer ministro en la picota, rodeado de casos de corrupción en su contra, y un aumento desenfrenado en las infecciones por coronavirus que ha traído un paro del 21%, el enfado y la polarización crece en Israel de la mano de un potente movimiento de protesta.

Israel vive las más grandes manifestaciones desde las protestas que azotaron el país en 2011 en demanda de justicia social y en protesta por el alto costo del nivel de vida. Nueve años después, el primer ministro, Benjamin Netanyahu se enfrenta a un juicio por soborno, fraude y abuso de confianza –él niega todos los cargos y denuncia una caza de brujas– y ha sido denunciado por usurpación de poder para perpetuarse en el cargo.

Aunque las protestas contra los gobiernos de derecha de Netanyahu han sido comunes en la liberal Tel Aviv, la escalada de manifestaciones en la conservadora Jerusalén marca un cambio significativo en Israel. Las protestas llevan semanas realizándose en Balfour Road, residencia oficial del primer ministro.

En medio del ambiente polarizado que sacude Israel, grupos de extrema derecha pro-Netanyahu han sido acusados de agredir a manifestantes. En concreto, se apunta a los miembros de “La Familia”, seguidores del club de fútbol Beitar Jerusalén, que se ha caracterizado por corear en sus contramanifestaciones lemas como «muerte a los izquierdistas» y «odio a los árabes». Mientras, Netanyahu acusa a los que protestan ante a su residencia de ser unos «anarquistas» aupados por los medios de comunicación.

Al comentar estos enfrentamientos, el ministro de Defensa, Benny Gantz, tuiteó que «el odio continúa desintegrando al pueblo de Israel, cuya verdadera fuerza está en su unidad», añadiendo que «los atacantes de los manifestantes deben ser atrapados y castigados. Nadie silenciará las protestas en Israel mientras estemos aquí».

Según Nahum Barnea, comentarista del periódico más vendido en Israel, “Yedioth Ahronoth”, «todavía no hay señales de que la base de apoyo de Netanyahu se haya vuelto contra él. Sin embargo, debería estar preocupado». Hizo hincapié en la perseverancia del movimiento y la opción de que los derechistas cambien su opinión: «Cuando pensaron que tenía éxito, votaron por él. Ahora, a la luz de la crisis económica y el manejo fallido del coronavirus, lo están mirando de otra manera. No les gustan los fracasos».