Dabid LAZKANOITURBURU

Líbano, entre un pasado y presente traumáticos que no ven futuro

En plena crisis, en la que prosigue el goteo de deserciones y dimisiones y en plena resaca de un Día de la Ira que resultó un ensayo frustrado de insurrección total, Líbano despertó con nuevas protestas y con la pugna entre lo viejo, que se resiste a perecer, y lo nuevo, que no termina de articular una alternativa general e intergeneracional.

La capital libanesa amaneció el domingo en una calma tensa y con los empleados municipales limpiando los restos de la batalla campal después de una jornada de protestas que se saldó con un policía muerto y más de 700 personas heridas, y en la que los manifestantes llegaron a irrumpir en varios ministerios y el Ejército salió a la calle.

Grupos de manifestantes tomaron los ministerios de Exteriores Economía, Comercio, Energía y Medio Ambiente llegando a lanzar desde las ventanas retratos del presidente libanés, Michel Aoun. También tomaron la sede de la Asociación de Bancos de Líbano, cerca de la Plaza de los Mártires. La Policía intentó sin éxito cortarles el paso lanzando gases lacrimógenos y bombas de gas.

Un policía antidisturbios murió al caer al vacío desde una ventana del hotel Le Grey al ser «atacado por alborotadores», de acuerdo con un comunicado del cuerpo de seguridad.

Ante la magnitud del desafío, el Gobierno desplegó al Ejército logrando que los manifestantes se replegaran.

«Preparad las horcas»

El Movimiento Cooperativa 17 de Octubre, fecha en la que comenzaron las protestas contra un impuesto a las llamadas de móvil pero que pronto se convirtieron en la exigencia de un cambio de régimen, convocó para ayer nuevas movilizaciones.

«Preparad las horcas, porque nuestra cólera no se apagará en un día», se leía en los mensajes en internet.

En una de las avenidas que llevan al Parlamento, la Policía dispersó una marcha de cientos de personas, que respondieron lanzando pìedras y levantando barricadas.

La tensión fue a más cuando el diputado Chamel Roukoz, yerno del presidente Michel Aoun –una de las figuras más detestadas por los manifestantes – anunciara su intención de sumarse a las protestas, según informó 'L'Orient du Jour'. Los manifestantes se negaron a recibirle y se enfrentaron a sus guardaespaldas

En espera de ver si la protesta mantenía o no su capacidad de convocatoria y la tensión máxima, por segundo día consecutivo, lo que está claro es que el reto para sus impulsores consiste en transformar un movimiento protagonizado por una vanguardia joven que no ve futuro y conectarlo con el grueso de una población de más edad que teme a los cambios.

Y que, aunque reconocen que el régimen no funciona, no olvidar que este surgió, con todos sus déficits y servidumbres, de una larga y trágica guerra civil.

Del desenlace de esta ecuación, y del margen de maniobra de una clase política anquilosada y que se mira con recelo, dependerá el futuro, no solo de esa insurreción, sino de un país que vive entrampado por su pasado. y atrapado por su presente.

La metrópoli francesa pilota la conferencia internacional de donantes

El presidente francés, Emmanuel Macron, organizó ayer una videoconferencia dec donantes para recaudar fondos de reconstrucción para Líbano

El presidente de la antigua metrópoli francesa, quien visitó el país el viernes. conversó telefónicamente con su homólogo de EEUU, Donald Trump.

Su embajada en Beirut ha mostrado su apoyo a los manifestantes. Macron urgió el gobierno a hacer reformas, en un tono de reminiscencia colonial. D.L.