Lhokseumawe

300 refugiados rohinyás desembarcan en Sumatra tras siete meses en la mar

Cerca de 300 refugiados rohinyás llegaron a las costas de Indonesia ayer, ayudados por residentes de la costa norte de Sumatra, tras más de siete meses de vagar por alta mar, en el mayor desembarco en el archipiélago de miembros de esta minoría musulmana perseguida en Myanmar. Una treintena de personas fallecieron durante la larga travesía.

Unos 300 refugiados rohinyás llegaron en la madrugada de ayer a la isla indonesia de Sumatra tras pasar más de siete meses en alta mar en una precaria embarcación y después de abandonar, según el testimonio de los supervivientes, los campamentos de Bangladesh, donde casi un millón de rohinyás permanecen refugiados. La mayoría huyó de la ola represiva lanzada en agosto de 2017 por el Ejército birmano.

En el frágil barco de madera viajaban 102 hombres, 181 mujeres y 14 niños de esta etnia, de mayoría musulmana, originaria de Myanmar, donde sufren persecución desde hace décadas.

El grupo fue visto en el mar por indonesios que les ayudaron a arribar a la costa norte de la isla de Sumatra. «Vimos un bote que venía hacia la costa junto a Ujong Blang y los ayudamos a desembarcar de manera segura», relató a la AFP Munir Cut Ali, autoridad de esta aldea cercana al pueblo de Lhokseumawe. «Según sus relatos, pasaron siete meses en el mar», dijo Oktina, coordinadora local de Acnur, quien constató que «están muy débiles».

Rima Shah Putra, director de la ONG local Yayasan Geutanyoe, explicó a Efe que el barco se dirigía a Malasia, destino habitual de los refugiados rohinyás, y durante la larga travesía 30 personas fallecieron y fueron arrojadas al mar. Los supervivientes fueron evacuados a un centro de Lhokseumawe y dos de ellos, hospitalizados.

Un barco nodriza más grande

Según Chris Lewa, fundadora de la ONG Arakan Project, que estudia los flujos migratorios de los rohinyás, los refugiados procedían de un barco más grande, con 800 personas que habían salido de los campos de Bangladesh donde se hacinan casi un millón de rohinyás expulsados de Myanmar, y trataban de emigrar a Malasia.

«Esta nave nodriza no pudo encontrar la manera de desembarcar en Malasia, ya que se lo impidieron varias veces las fuerzas de seguridad de Tailandia y de Malasia. Entonces dividió a sus pasajeros para desembarcar en varias embarcaciones más pequeñas», señaló Lewa.

Según la investigadora, otros cuatro barcos lograron llegar entre junio y julio a Malasia e Indonesia y «con suerte, este grupo de 297 es el último» que quedaba en alta mar. Agregó que los refugiados estuvieron tanto tiempo a la deriva «como consecuencia de las restricciones de movimientos impuestas por el coronavirus y haber sido empujados de vuelta a alta mar, pero también porque los traficantes los mantuvieron como rehenes en alta mar hasta que todos pagaran sus viajes».

Es el mayor desembarco de rohinyás a Indonesia desde 2015, que recuerda a la crisis de refugiados de ese año, cuando miles quedaron a la deriva durante semanas después de que las autoridades de Tailandia y Malasia desmantelaran las redes de tráfico de personas que los transportaban desde Myanmar.

Las guardias costeras tailandesa, malasia e indonesia impidieron en un principio su desembarco y les obligaron a permane- cer en las embarcaciones frente a sus respectivas costas, pero un grupo de pescadores de Aceh rescató a varios barcos, en contra de la prohibición expresa de la Marina indonesia, y finalmente las autoridades de la región accedieron a permitir su llegada.