Víctor ESQUIROL
DONOSTIA

Zinemaldia: contra viento, marea y pandemia mundial

Arranca la 68 edición del Festival de Cine de Donostia. Una celebración evidentemente mermada por la devastación causada por el coronavirus... pero que, al mismo tiempo, planta cara a todas las señales que nos ha ido lanzando este fatídico 2020. Parecía que no, que esta vez no podría ser; pero al final, por suerte, sí fue. Y es que a pesar de todas las adversidades, Zinemaldia convertirá de nuevo la capital guipuzcoana en el epicentro mundial del cine de autor.

¿Qué nos deja la experiencia reciente de la última Mostra de Venecia? Primero, un aviso a navegantes: acampar en un certamen cinematográfico marcado por el coronavirus es una experiencia física y mentalmente estresante. Muy exigente, incluso dentro de los estándares maratonianos que marcan cualquier experiencia festivalera. El ya de por sí enfermizo acto de ver más de dos películas al día explora ahora el territorio del absurdo existencial cuando, pasadas unas horas, la mascarilla ha convertido la mitad inferior de nuestra cara en la más pegajosa de las saunas. Es desagradable, sí, incluso asqueroso, pero ya se sabe, el civismo y la seguridad sanitaria son ejercicios ciertamente sacrificados.

Pero por suerte, también son gratificantes. Porque cuando por fin podemos salir de esa engorrosa sauna, nos damos cuenta de lo importante: que todo esto, que tanta molestia ha sido para poder seguir disfrutando de aquello que más nos gusta. De lo que alimenta nuestra pasión. Parecía (y parece) que no, que no hay hueco para el cine en esta nueva –y espantosa– normalidad... pero al final resulta que sí. Gloria bendita.

Este inesperado estallido de felicidad cinéfila se debe al esfuerzo del equipo capitaneado por José Luis Rebordinos, a la organización de un festival que, a pesar de todo, no ha dejado de creer en la viabilidad de las salas de cine. Aquí está la buena noticia, la mejor, la única que al fin y al cabo importa realmente. Las últimas ediciones de otros festivales cayeron por el camino (incluso la de Cannes, la celebración dedicada al séptimo arte más importante del mundo), pero Zinemaldia aguanta.

Lo hace, por cierto, en complicidad con algunos de estos certámenes que, desgraciadamente, no pudieron ser. Rebobinemos la cinta hasta principios de junio, cuando Thierry Frémaux, director artístico de la cita cannoise, anunció los títulos que, en teoría, deberían haberse presentado este año en la Croisette. Pues bien, un trimestre después vemos algunas de estas películas en la parrilla de salida de Zinemaldia. Así pues, el conocido como “sello Cannes” luce aquí como garantía de calidad para algunas de las propuestas que ahora pugnarán por la Concha de Oro.

O sea, que en la Sección Oficial a Competición de la 68 edición de Zinemaldia encontramos “Verano del 85”, nuevo trabajo del cineasta galo François Ozon (quien por cierto ya se encumbrara en Donostia, ocho años atrás, gracias a “En la casa”); “True Mothers”, de la reverenciada directora japonesa Naomi Kawase; “En la oscuridad”, del prestigioso realizador lituano Sharunas Bartas; “Passion Simple”, provocador romance a manos de la libanesa Danielle Arbid; “Beginning”, drama religioso dirigido por la georgiana Dea Kulumbegashvili; y “Another Round”, del danés Thomas Vinterberg, uno de los padres fundadores del mítico movimiento Dogma 95. En este mismo pack cabe poner “El olvido que seremos”, producción colombiana comandada por Fernando Trueba que servirá para clausurar el festival.

Antes de esto se habrá dado el pistoletazo de salida de la mano de Woody Allen, quien presentará fuera de concurso “Rifkin’s Festival”, homenaje marca de la casa a la ciudad de Donostia con el propio Zinemaldia de telón de fondo, y con la inestimable compañía de Elena Anaya, Sergi López, Louis Garrel y Christoph Waltz, entre otros. Glamour y prestigio delante de las cámaras que también se podrá disfrutar con “Supernova”, de Harry Macqueen, quien para su nuevo film ha logrado reunir los talentos de Colin Firth y Stanley Tucci.

Más allá de la Sección Oficial, la estela de Cannes estará también presente en el Premio Donostia de este año, otorgado al actor Viggo Mortensen, quien aprovechará para mostrar “Falling”, su debut como director y guionista. Por su parte, la sección Perlak cumplirá de nuevo la función de traernos algunos de los grandes éxitos de otros certámenes. Por ejemplo, tendremos ocasión de ver el flamante León de Oro, conquistado por la “Nomadland” de Chloé Zhao y Frances McDormand, y también otros dos títulos que salieron de Venecia con un premio bajo el brazo: “La mujer del espía”, del maestro nipón Kiyoshi Kurosawa, y “Nuevo orden”, apocalipsis a la mexicana ofrecido por el siempre agitador Michel Franco. Mientras, del frente compuesto por Sundance y Berlín nos llegará “Nunca, casi nunca, a veces, siempre”, una de las sensaciones de la temporada, a manos de Eliza Hittman.

Al final, como ya se ha dicho, queda lo más importante: la promesa de volver a disfrutar en comunidad (con distancia de seguridad, claro) de unas películas que son refugio cuando el mundo parece derrumbarse fuera de las salas de cine. Salvador regreso a nuestra normalidad.