MADRID
Entrevista
LUIS LÓPEZ CARRASCO
CINEASTA

«Existen experiencias para contar la Historia desde otra perspectiva»

Nacido en Murcia en 1981, es escritor, docente y director. Co-fundador del colectivo «Los hijos», dedicado al cine documental y experimental, acaba de estrenar «El año del descubrimiento», una obra apabullante que busca reactivar nuestra memoria colectiva reflexionando sobre la pérdida de la conciencia de clase. Para ello toma como referencia los sucesos acaecidos en 1992 en Cartagena.

En 1992 se firmó el Tratado de Maastricht, Barcelona tuvo sus olimpiadas, Sevilla su Expo y el Estado español parecía entrar en la senda de la modernidad. Pero también fue un año de intensas luchas obreras como las que se dieron en Cartagena que culminaron con el incendio del parlamento murciano. Una imagen que ha inspirado el nuevo trabajo de Luis López Carrasco.

Con esta película ha querido visibilizar a una clase obrera que, según usted, ha sido históricamente marginada del cine que se ha hecho en el Estado.

En los años 70 el cine español era muy heterogéneo tanto en lo que refiere a sus formas como en sus contenidos, era un cine que daba cuenta de la pluralidad de nuestra realidad social. Sin embargo, en los 80, con la aprobación de la Ley Miró eso se desvanece y se legisla para que se produzcan menos películas pero de mayor presupuesto, privilegiando un tipo de cine donde lo que se prioriza es la representación de la clase media. A partir de ese momento hay un montón de colectivos que desaparecen del imaginario audiovisual estatal. Con “El año del descubrimiento” yo quería evocar unos hechos que me permitieran dar voz a una cantidad ingente de personas que han sido excluidas de esos cauces de representación. Sigo pensando que los años 80 y 90 todavía están por contarse.

 

Su película apela a la creación de una memoria colectiva abordando un tema como la desactivación de la conciencia de clase. ¿No resulta una paradoja?

Jean Breschand decía que el cine de no ficción tiene la posibilidad de reunir lo disperso y a mí me seducía la idea de montar una película que fuera una especie de contenedor de voces. “El año del descubrimiento” abarca una memoria social sobre un gran tema de fondo, como es la desactivación del movimiento sindical. En nuestra sociedad prevalece un deseo de compromiso colectivo, lo que han desaparecido son los cauces para activar ese compromiso. En este sentido, mi película es como una galaxia donde hay diferentes voces que se expresan sin ser conscientes del vínculo que las une y yo he querido poner todas esas voces en relación. Por eso, aunque hablemos de la pérdida de la conciencia de clase, la propia película muestra una tradición de disidencia que puede resultar inspiradora para volver a activar esa conciencia.

 

A la hora de analizar esa pérdida de conciencia de clase usted dirige su mirada a 1992. Un año de fastos, pero también un año donde la reconversión industrial daba sus últimos coletazos. ¿Fue ese contraste el que llamó su atención?

Yo quería rodar algo sobre lo que fue la reconversión industrial y estuve investigando varios episodios como la batalla de Euskalduna, el cierre de los altos hornos de Sagunto, la primavera de Reinosa… Y de repente recordé que yo había visto en la tele el Parlamento de Murcia en llamas, un evento cargado de simbolismo que acontece la misma semana que se firma el Tratado de Maastricht y a pocos meses de una serie de eventos que, efectivamente, trajeron al país una imagen de modernidad impostada. Pero lo que terminó por conducirme a esta historia es que me apetecía volver a mi tierra y hacer una película que diera cuenta de la realidad social e histórica de la Región de Murcia, un lugar que se encuentra vacío de memoria colectiva.

 

La película pone en diálogo a la generación de obreros que vivieron aquella realidad con aquellos que hoy tienen menos de 40 años y que fueron víctimas de la crisis de 2008. ¿Qué descubrió en este proceso?

Hay una idea bastante extendida de que las generaciones más jóvenes no tienen el nivel de compromiso que tenían los que encabezaron las luchas sindicales en el 92, pero la película cuestiona ese tópico. Hay dos vecinas de La Unión que salen hablando de la falta de implicación de los jóvenes y son las mismas que dicen que las huelgas ya no sirven para nada. Con esto quiero decir que aquellos que mantenían unas convicciones más firmes y un discurso más sólido se mostraron incapaces de darle un futuro a esa experiencia de lucha. Se suele poner mucho el foco en el individualismo, en la ignorancia de la gente más joven a la hora de reactivar esa conciencia de clase, pero lo cierto es que se han ido desmantelando tejidos culturales y educativos apostando por la enseñanza privada y concertada. Además, vivimos aplastados por el discurso de unos medios de comunicación ultraconservadores. Todo eso hace mella y no solo contribuye a la desmovilización de los jóvenes, sino que daña gravemente la democracia porque si la ultraderecha se alimenta de algo es de la baja autoestima.

 

¿Ese sentimiento de traición que siguió a la reconversión industrial devastó políticamente a la izquierda en Murcia?

Lo que está claro es que desde aquellos años la derecha ha tenido en la Región de Murcia uno de sus feudos políticos, pero como te decía antes, a la hora de percibir realidades, es determinante dónde pones el foco. Porque en todo este tiempo han sido ignoradas interesadamente experiencias de lucha como las de los insumisos o la de los colectivos feministas o ecologistas. Y ahora mismo es cierto que Murcia es la región donde VOX más ha crecido, pero también es verdad que es donde ha acontecido una experiencia de lucha vecinal más fuerte con el movimiento contra el soterramiento de las vías del AVE. Con esto quiero decir que existen experiencias para contar la Historia desde otra perspectiva, y ofrecer otra versión de nosotros mismos y esta película pretende ser un punto de partida para ello.