Dabid LAZKANOITURBURU

Antonio Guterres aspira a un segundo mandato al frente de la debilitada ONU

A sus 71 años, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aspira a un segundo mandato al frente de la Organización, ninguneada desde su llegada al cargo por los EEUU de Trump.

El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, tiene la intención de presentarse para un segundo mandato, que daría comienzo en 2022 y tendría una vigencia de cinco años más.

Así lo confirmó el lunes su portavoz, Stephane Dujarric, quien señaló que el exprimer ministro portugués ya ha anunciado su candidatura tanto a la Asamblea General como al Consejo de Seguridad.

Guterres asumió la secretaría general de la ONU a principios de 2017, después de ser elegido para suceder a Ban Ki-Moon en una ajustada contienda en la que se enfrentó a 13 candidatos.

El mandato de Guterres, el noveno dirigente de la organización, finalizará a finales de 2021 y como viene siendo habitual entre los secretarios generales de la ONU, está previsto que cumpla dos mandatos al frente.

Solo Butros Gali ha supuesto una excepción a esta tradición, ya que no pudo optar a una reelección por el veto de EEUU.

Sorteando a Trump

Guterres, antiguo Alto Comisionado de la ONU (Acnur), se ha cuidado muy mucho de criticar a EEUU, principal contribuyente a la organización con sede en Nueva York, pese al ninguneo y a los ataques que ha sufrido de manos de la Administración Trump.

Su candidatura iba a ser debatida por los presidentes de la Asamblea y el Consejo de Seguridad ayer martes.

Fuentes diplomáticas aseguran que los cinco miembros permanentes del Consejo (EEUU, China, Rusia, Estado francés y Gran Bretaña), que el viernes pasado fueron informados de las intenciones de Guterres, han dado ya luz verde a su segundo mandato.

El primer ministro británico, Boris Johnson, se ha apresurado a felicitar «calurosamente» a Guterres y saludar su «exitoso primer mandato».

El embajador de un país miembro del Consejo de Seguridad asegura desde el anonimato que «ha hecho un trabajo fantástico y sería un error reemplazarlo por cuestiones simbólicas» como la de nombrar a una mujer por vez primera en la historia de la ONU.

Poco fructífero y discutido

Lo cierto es que el mandato de Guterres, adepto de la diplomacia entre bambalinas, no ha sido precisamente fructífero en la resolución de conflictos.

Al contrario, no pudo impedir el genocidio rohingya en Myanmar, Siria y Yemen siguen en guerra y el secretario general de la ONU fue humillado durante su visita en abril a Libia, que coincidió con el inicio de la ofensiva del mariscal Haftar para sitiar Trípoli.

La crisis total del proceso de descolonización del Sáhara y la ruptura del alto el fuego por las provocaciones de Marruecos y el abandono por la ONU de la causa saharaui es uno de los mayores baldones de su mandato.

Alabado por la mayoría de los estados, Guterres es criticado por diplomáticos y ONG por su tímida defensa de los derechos humanos. Él se defiende asegurando que los reivindica en las reuniones internacionales «antes que muchos que se consideran paladines en su defensa».

A mediados de 2019, dio un giro en sus prioridades y se centró en el combate contra la emergencia climática. «No pretendo gobernar el mundo; mi objetivo es hacer el mayor ruido posible» contra las derivas climáticas, explica este hombre de sonrisa discreta y cabello cano girado hacia un lado.

Católico practicante, Guterres minimiza sus largas jornadas de trabajo –tiene su reloj siempre adelantado 45 minutos– y recuerda que comparativamente es mucho peor «el de los que trabajan 50 horas a la semana y cobran un salario de 2 o 3 dólares».

Lo cierto, pese a su falsa modestia, es que, como recuerda un diplomático desde el anonimato, Guterres, nacido el 30 de abril de 1949 y con su compañera viviendo en Lisboa, «no puede concebir su vida sin estar en contacto con los grandes del mundo».

Eso sí, tiene claro que no habría aspirado a un segundo mandato si Trump, que ha sacado a EEUU de varias agencias de la ONU y se ha ciscado en no pocas resoluciones firmadas por su país, hubiera sido reelegido.

En la primavera de 2020, el jefe de la ONU denunció la pandemia como «una amenaza para toda la humanidad y el mayor desafío que afrontamos desde la Segunda Guerra Mundial», para lo que exhortó a la solidaridad y cooperación.

En vano. El secretario general de la ONU, hasta el propio Guterres, es antes secretario que general y no tiene poder alguno sobre las grandes potencias que mandan en el Planeta