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LA HAYA

Dimite el Gobierno de Países Bajos por racismo en las ayudas por hijos

El Gobierno neerlandés dimitió ayer por un escándalo de discriminación racial en la aprobación de ayudas a 26.000 familias para el cuidado de sus hijos. Estas familias fueron obligadas a devolver grandes cantidades de dinero a Hacienda por criterios sesgados según su origen, lo que les provocó un gran daño económico. La dimisión del ministro socialdemócrata de Asuntos Sociales adelantó la de todo el Ejecutivo.

Cuando faltan dos meses para las elecciones generales y en plena pandemia, el Ejecutivo del primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, dimitió ayer para asumir responsabilidades en lo que los analistas presentan como el mayor escándalo político y administrativo en la reciente historia del país.

Decenas de miles de familias, en su mayoría de origen turco y marroquí, fueron víctimas de falsas acusaciones de fraude en la asignación para financiar el cuidado de sus hijos y fueron obligadas a devolver a Hacienda cantidades ingentes de dinero, en algún caso de hasta 100.000 euros, en el plazo de semanas, llevando a muchas a perder su casa, su trabajo o a endeudarse.

Los primeros casos se remontan a 2014, cuando las autoridades fiscales empezaron a enviar misivas a los progenitores comunicando la retirada de las ayudas que recibían para pagar la guardería de sus hijos, en las que les acusaban de fraude fiscal, pidiéndoles justificar el gasto y su situación financiera con recibos, facturas de pago a las niñeras y contratos de trabajo.

Las acusaciones se hicieron, al parecer, sin fundamento alguno y la Agencia Tributaria tampoco daba explicaciones a las familias afectadas, demostrándose más tarde que el objetivo de esta medida habían sido principalmente familias con origen extranjero y que su segunda nacionalidad estaba señalada en los documentos oficiales, algo ilegal por discriminatorio.

La práctica continuó durante años, incluso hasta estos días. Periodistas y diputados a los que la propia Agencia Tributaria trató de obstaculizar sus investigaciones lo ven como un caso claro de «sesgo institucional».

La letrada Eva González Pérez fue quien dio la voz de alarma en 2014, años antes de que el caso estallara en la prensa estatal. Su compañero dirigía una agencia de niñeras en Eindhoven que se vio directamente afectada por la retirada de subvenciones a esos padres, sus clientes, que pagan su asistencia con las ayudas estatales.

Muchos siguen sufriendo problemas personales y sicológicos a causa del daño económico sufrido. Aunque el Gobierno neerlandés decidió compensar su sufrimiento con 30.000 euros y prometió buscar soluciones a los padres que lo han perdido todo, varias familias han decidido denunciar ante el Tribunal Supremo a cinco miembros del Ejecutivo.

El líder del partido socialdemócrata de Países Bajos (PvdA) y exministro de Asuntos Sociales, Lodewijk Asscher, dimitió el jueves, aumentando así la presión sobre el Gobierno, que finalmente ha seguido sus pasos.

Un comité parlamentario formado para investigar lo ocurrido concluyó que se había cometido una «injusticia sin precedentes» contra los padres y madres y que recibieron un «trato institucionalmente sesgado», lo que «viola los principios del Estado de derecho».

Asscher testificó ante el comité y pidió disculpas por su papel, aunque aseguró no haber sido consciente de que las autoridades fiscales «habían lanzado una caza ilegal de miles de familias».

Su marcha es un duro golpe para los socialdemócratas, castigados en las urnas en 2017 por haber apoyado a Rutte en la aplicación de los recortes durante los años de crisis económica. El PvdA tenía puestas sus esperanzas en Asscher para liderar el partido en los comicios de marzo, tras haber recuperado espacio político durante los últimos años, según las encuestas.

El superviviente Rutte que probablemente volverá al Gobierno

Mark Rutte se ha ganado la fama del primer ministro «superviviente» al despachar todas las crisis con las que ha lidiado con la dimisión de alguien de su equipo o cediendo en sus planes y saliendo él siempre ileso. Pero ahora el dirigente de los liberales se enfrenta al mayor escándalo político con el que ha tenido que batallar que ha puesto fin a su legislatura a dos meses de las elecciones generales. Lleva tres gabinetes de coalición consecutivos desde 2010 y no se descarta que, tras el 17 de marzo, inaugure su cuarta legislatura. Según sondeos recientes, el Partido Liberal-Conservador (VVD) podría volver a ser el primero y la opinión pública sigue apoyando en gran medida su gestión de la pandemia. «Es popular, tiene poca competencia en la derecha y ha colocado a sus principales rivales en su propia coalición», resume el analista Diederik Brink. Rutte ha trabajado con todo el espectro político: ultraderechistas, conservadores, socialdemócratas y confesionales, hasta el punto de recibir una llamada al orden del partido por tanta «flexibilidad». Además de la tragedia del MH17 –el avión derribado en Ucrania en 2014– con 298 muertos, la pandemia ha sido una de sus peores crisis. Rutte rehusaba renunciar y argumentaba que el país necesita un Gobierno que tome decisiones para combatirla, pero podría haberse enfrentado a un voto de censura en el Parlamento.GARA