Aitor Agirrezabal
ESCOCIA, ENTRE EL BREXIT Y LA PANDEMIA

Cuando el viento en contra de 2020 sopla a favor en 2021

La ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, ha tomado la iniciativa ante un Brexit que saca a Escocia de la UE contra su voluntad planteando un nuevo referéndum con las elecciones de mayo como plebiscito. Pero también ante la pandemia o la escalada de la drogadicción, ante las que denuncia que tiene las manos atadas por Londres.

Cuando el 31 de diciembre se acerca a las 23:59, quienes seguimos el calendario Juliano nos preparamos para celebrarlo y dar la bienvenida a un nuevo año. Sin embargo, cuando el reloj marca las 00:00 del 1 de enero, entre abrazos y matasuegras nos damos cuenta de que nada ha cambiado.

A no ser de que seas escocés. El norte de las islas británicas ha vivido un 2020 difícil de empeorar: golpeado con fuerza por el covid-19, arrastrado fuera de la Unión Europea contra su voluntad y superando todos los récords negativos con respecto a la otra pandemia que sufre el país, las muertes causadas por las drogas.

El coronavirus ha causado ya más de 5.000 decesos en Escocia. Es decir, uno de cada mil escoceses murió durante el pasado año debido al virus. El acuerdo del Brexit, firmado sobre la bocina por el primer ministro británico Boris Johnson y la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, se llevó por delante los deseos de Escocia de mantenerse en la Unión Europea.

Tanto es así que, en el Parlamento de Edimburgo, incluso el Partido Laborista votó en contra de ese texto de salida. En 2016, el 61% de los escoceses se opuso al Brexit y todas las encuestas recientes dan todavía un mayor apoyo a reingresar en la UE.

Y por otra parte, según los datos hechos públicos en diciembre, el año anterior fallecieron en el país 1.264 personas a causa de las drogas. El mayor ratio de muertes por habitante del mundo con Sturgeon reclamando que tiene «las manos atadas» por Londres para implementar ciertas políticas que frenen la sangría.

Pero el nuevo año ha abierto nuevas expectativas. El coronavirus sigue golpeando con fuerza en las islas. Sin embargo, Sturgeon ha decidido tomar la iniciativa. Tanto es así que el pasado 4 de enero anunció un confinamiento domiciliario para todo el mes de enero y obligó a Johnson a salir, apenas cuatro horas después, a anunciar lo mismo para Inglaterra.

Y es que, a pesar de la crudeza con la que el virus está azotando a Escocia, las encuestas otorgan un alto grado de aprobación a la gestión de la ministra principal escocesa. Muy por encima de la del premier británico.

Y esos mismos informes registran unos valores récord en el apoyo de la ciudadanía escocesa a un nuevo referéndum de independencia y a la victoria, en este caso, del «Yes». Las últimas 20 encuestas otorgan clara ventaja a los partidarios de ver una Escocia totalmente soberana. La más reciente, la publicó ayer el diario “Scotsman”, el principal medio de prensa escrita del norte de la isla y que está lejos de ser sospechoso de independentista (en la campaña de 2014 hizo una apuesta abierta por el «No»). Le otorga un 57% de respaldo a la opción soberanista.

Johnson sigue enrocado en negarse a aceptar una nueva consulta a la ciudadanía escocesa. Su última ocurrencia, proponer 2054 como fecha para esa votación. Frente a la negación, la líder escocesa plantea las elecciones de mayo al Parlamento escocés como una prueba de fuego, defendiendo que la mayoría independentista sería un «claro mandato» para poner en marcha la campaña del referéndum. ‘The Scotsman’ le atribuye 71 de los 129 escaños al SNP, además de los 11 que da a los Verdes, también favorables a la independencia.

Las presiones a Sturgeon dentro de su propio partido para que avance hacia esa nueva consulta son cada vez mayores. También quienes le reclaman un plan B. Por el momento, la premier escocesa no ha valorado de forma pública una vía que no sea la del referéndum acordado con Londres.

El otro frente abierto por el Gobierno escocés viene repitiéndose desde hace décadas. La mano de hierro de Margaret Thatcher provocó en los años 80 una crisis con el consumo de drogas que Escocia no ha sabido resolver 40 años después. El Ministerio del Interior británico se ha negado repetidamente a enmendar la Ley de Uso Indebido de Drogas para permitir cualquier avance. Sin embargo, si bien las leyes sobre drogas están reservadas a Westminster, la salud y la vigilancia se delegan en Holyrood.

Como paso alternativo, en este comienzo de año Sturgeon ha creado el Ministerio de Política sobre Drogas e incluso se ha reunido en primera persona con un activista que recorre Glasgow con una furgoneta de consumo seguro. Lo que no se ha avanzado en cuatro décadas, se ha hecho en las primeras dos semanas de 2021, en medio de una doble crisis sanitaria.

«¡Es una mierda ser escocés! Somos lo más bajo de entre lo más bajo, la escoria de la puta tierra, la basura más servil, miserable y más patética jamás salida del culo de la civilización. Algunos odian a los ingleses, ¡yo no!, ¡sólo son soplapollas! ¡Estamos colonizados por unos soplapollas! ¡Ni siquiera encontramos una cultura decente que nos colonice! ¡Estamos gobernados por unos gilipollas! ¡Esto es una grandísima mierda Tommy, y todo el aire puro del mundo no cambiará las putas cosas!», decía Ewan McGregor en 1996 en ‘Trainspotting’. Pues bien, 25 años después se abre la puerta y el viento sopla a favor para que ser escocés no esté tan mal.