Beñat ZALDUA
CORREDOR VASCO DEL HIDRÓGENO

El combustible «neutro» del corredor del hidrógeno tendrá origen fósil

Petronor ha confirmado que el carbono dióxido que se empleará, junto al hidrógeno, en la producción de combustible sintético tendrá un origen fósil, al menos de momento. La empresa alega que el combustible será de «cero emisiones netas» porque evitará que se consuma una cantidad equivalente de combustible fósil convencional.

Imaginen tres vasos muy grandes y una pelota de un tamaño considerable. Un vaso es la refinería de Petronor en Muskiz, cuya actividad genera un CO2 que, en una pequeña porción, no acaba en la atmósfera, porque se captura en las mismas instalaciones. Otro vaso es el transporte de ese CO2 capturado a una nueva planta de producción de combustibles sintéticos. Y el tercero, el combustible sintético que sale listo para su consumo de esa nueva planta, que lleva el calificativo de «cero emisiones netas». La pelota es, precisamente, la emisión de ese CO2 originalmente producido en la refinería. Y la pregunta, sencilla: ¿En cuál de los vasos está?

Más allá de los grandes titulares que acompañaron a la presentación del Corredor Vasco del Hidrógeno (BH2C) la semana pasada, lo cierto es que es complicado profundizar en el detalle de las diferentes patas de este proyecto, que va a mover inversiones millonarias y que sus impulsores, tanto públicos como privados, aseguran que viene a cambiar la matriz energética del futuro. No es pequeña la promesa, pero sí poca la información al respecto.

Una de las patas del proyecto, adelantada ya el pasado mes de junio, es la construcción de una planta de producción de combustible sintético «neutro». Petronor prevé invertir 60 millones en la planta, que estará operativa en cuatro años, produciendo 50 barriles al día. Ese combustible, según la explicación que dio en su día el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, se creará mezclando el hidrógeno verde producido mediante energías renovables y el carbono dióxido (CO2) capturado en la refinería de Muskiz. El resultante será un combustible de «cero emisiones netas», según la nota de prensa del 15 de junio del año pasado.

En el reportaje publicado por Iker Bizkarguenaga en estas páginas el domingo se apuntaba ya una de las dudas que plantea el proyecto: si el CO2 empleado en la producción de este combustible sintético es de origen fósil y ese CO2 acaba en algún momento en la atmósfera, alguien tendrá que apuntarse dicha emisión en su haber. No parece muy lógico que sea la refinería quien lo haga, pues en las instalaciones de Muskiz esos gases serán capturados para su uso posterior, algo que podría dejar en entredicho el carácter neutro del combustible sintético producido.

Aclaraciones parciales

Preguntadas al respecto, fuentes de Petronor han explicado a este periódico algunos extremos de las dudas planteadas. En primer lugar, confirman que el carbono dióxido capturado en la refinería será, al menos de momento, de origen fósil. De modo que se confirma que la emisión de este gas de efecto invernadero, en algún momento del proceso, existe. Sin embargo, no se ha aclarado cuál de las patas del proyecto va apuntar en su inventario dicha emisión.

Lo que sí han clarificado las fuentes consultadas es por qué califican de «cero emisiones netas» el combustible sintético que esperan producir en la nueva planta: «Los combustibles sintéticos sustituyen a los combustibles fósiles convencionales. Es decir, no producir y no utilizar ese combustible fósil es lo que quita CO2 de la atmósfera. Por eso se dice que los combustibles sintéticos tienen cero emisión neta».

La explicación tiene su aquel. Petronor no niega las emisiones de CO2 que implicará el combustible sintético –de hecho, sus explicaciones asumen que tendrá, en parte, un origen fósil–, pero defiende su carácter neutro apoyándose en el combustible fósil que, gracias a ese preparado sintético, dejará de usarse. Es decir, según las justificaciones de la empresa petrolera, no es neutro porque no emita CO2, sino porque evita que en el futuro se consuma una cantidad equivalente de combustible fósil.

Definición inconcreta

Queda al albur de cada quien dar por válidas las rocambolescas explicaciones de la empresa, pero cabe preguntarse qué le diría un dietista a un paciente que, tras haberse comido un caramelo que no le convenía, alegase que se trataba de un caramelo neutro, ya que con su ingesta había dejado de consumir una bolsa de dulces entera.

El recurso a la etiqueta «cero emisiones netas» no es, en cualquier caso, un invento de Petronor, sino que es un concepto frecuentemente utilizado en el campo de la lucha contra la emergencia climática. También en el mundo del green washing, o el lavado de cara verde con el que muchas corporaciones tratan de adecuarse, sin cambiar nada en lo sustancial, a la creciente sensibilidad medioambiental de la ciudadanía.

Se trata, en cualquier caso, de un concepto ambiguo que no tiene todavía una definición clara y que cada actor utiliza a conveniencia. Lo más parecido a una definición es el borrador propuesto por la iniciativa Science-Based Targets –impulsada por las Naciones Unidas, entre otras instancias– en 2019, y tampoco es que sea un alarde de concreción: «Lograr un estado en el que las actividades dentro de la cadena de valor de una empresa no tengan un impacto neto sobre el clima como consecuencia de la emisión de Gases de Efecto Invernadero».

Definiciones complejas al margen, el concepto evoca inevitablemente una neutralidad medioambiental que no parece casar con la realidad en muchas ocasiones. Quizá era más fácil explicar –de forma más transparente– que consumir un litro de ese combustible sintético podría ser menos dañino para el medio ambiente que consumir un litro de gasolina convencional.