Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

Chernóbil

Han pasado 35 años desde el desastre de Chernóbil. Si buscamos #Chernóbil en las redes sociales, encontraremos fotos de turistas disfrazados con máscaras antigás. Cerca de 60.000 personas visitaron la zona de exclusión el año pasado, su decadencia, su drama, es atractivo. Lejos quedan los días ‘gloriosos’ de lugares cercanos a la central, como Pripyat, una ciudad soviética diseñada para los trabajadores de las centrales. Situada a pocos kilómetros de la planta, la localidad se vació de la noche a la mañana. Hoy, Pripyat, es una ciudad fantasma. El 26 de abril de 1986, los ingenieros cortaron la corriente eléctrica en el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, la ‘Vladímir Ilich Lenin’. Poco después, explotó, y el aire alimentó un incendio que duró 10 días. El viento transportó una nube de humo y polvo radiactivo alrededor de Europa, las consecuencias reales de la tragedia aún se desconocen. El accidente provocó, al menos, la muerte de 31 personas, la evacuación de otras 116.000 y la alarma internacional al detectarse radiactividad en 13 países de Europa. La historia de Chernóbil es fascinante y dolorosa y contiene los ingredientes necesarios para convertirse en material ficción. HBO creó la serie de televisión sobre la catástrofe y, según IMDB, se trata de “la mejor serie de la historia”. Pero, como ya sabemos, la realidad supera a la ficción.