Iñaki Lekuona
Profesor
AZKEN PUNTUA

Entrañas

Unas excavaciones arqueológicas en la gruta de Izturitze han revelado que esos antepasados nuestros que se refugiaban en las entrañas de la tierra para guarecerse de la intemperie tenían al mamut en su menú. Parece evidente, porque en el imaginario colectivo los cromañones andaban de acá para allá a la caza del paquidermo peludo. Pero resulta que esa imagen construida sobre el pasado se basa en una sola evidencia científica y ésta, la de la cueva de Lapurdi, es la segunda. De ahí el interés antropológico. 30.000 años después y con el mamut completamente extinguido, el paisaje helado se ha transformado en un destino turístico caluroso tanto en lo climático como en lo social, hasta el punto de que este rincón del Pirineo se ha convertido en refugio de foráneos con posibles llegados con arcos y flechas Visa y lanzas Mastercard. En su rango de habitantes, Baiona y Getaria son los segundos municipios donde mejor se vive... si se vive claro. Porque en el caso del coqueto pueblo costero lapurtarra una de cada dos domicilios permanece vacío la mayor parte del año porque sus dueños son eso, foráneos con posibles. Son tantos y con tanto dinero que finalmente los precios de las viviendas obligan a los locales a refugiarse tierra adentro escapando de un clima cada vez más helado para la supervivencia de la economía familiar. Y ya no quedan cavernas y menos aun mamuts. Pero sobran entrañas.