Atentos al pajarito, ha empezado la campaña electoral más sucia. Las encuestas que van apareciendo parecen hechas por un grupo de simios con una jarra de cerveza en la mano. Lo que se elije directamente son los parlamentarios de la Asamblea de Madrid, que podrán darle la mayoría necesaria para nombrar al presidente o presidenta de la Comunidad de Madrid. Por mucho que IDA asegure que si ella gana Pedro Sánchez deberá abandonar la Moncloa, no es otra cosa que una idea trumpista que se está instalando en todo los rangos del análisis político del ámbito de esa derecha cavernícola madrileña que es la cosa más cutre y tóxica de todos los puntos cardinales europeos. Por si no se habían dado cuenta, todo el grupo ultra del periodismo de trinchera ya está anunciando que solamente puede perder IDA si hay una manipulación del voto. Y resulta que ha crecido el voto por correo de manera exponencial, lo que para estos manipuladores de la legalidad democrática es una sospecha. El mismo argumento que Trump. De tal manera que la propia IDA ha dicho en su primer mitin oficial que «ha sido la mayor participación electoral de la historia de Madrid». ¿Cómo lo sabe? Entre sus incapacidades destaca la de mentir de manera solemne, sin importarle lo que significa sus manifestaciones, sus insultos, sus delirios.

Así que hay que aguantar este pitorreo que excede cualquier posibilidad de entender qué es lo que propone la banda de IDA, que tiene a Pablo Casado como telonero histérico, porque con decir que están los bares abiertos y eso da felicidad, no debería servir ni para reina de la fiesta de los monos. Edmundo Bal da risa. Rocío Monasterio huele a sección femenina franquista. Los otros tres candidatos tienen posibilidades si movilizan el voto antifascista y progresista. Tienen mucho trabajo.