Desde que en marzo se aprobara en Nueva York la ley que permite la posesión y consumo de cannabis recreativo a mayores de 21 años y amplía su distribución con fines medicinales, el Gobierno busca impulsar un negocio con elevado potencial de crecimiento. Kaelan Castetter, dueño de Empire Standard, asegura que Nueva York, como California, se convertirá en un centro mundial de venta de marihuana. Su empresa, en Binghamton, fabrica aceites, bálsamos, cosméticos, cigarrillos, bombones y bebidas a partir de cannabidiol (CBD), sustancia no adictiva apreciada por sus propiedades relajantes, pero gracias a esta ley podrá cultivar variedades de marihuana con alta concentración de tetrahidrocannabinol (THC), su molécula sicoactiva. La nueva ley, además, tiene un componente social al plantear devolver parte de los impuestos de su venta a las comunidades negra y latina, las más afectadas por la represión contra las drogas; eliminar los antecedentes de los condenados por posesión y reservar la mitad de las licencias para minorías, empresas de mujeres o agricultores afectados.