Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR

El Eibar da un manotazo a su sentencia

Un penalti a dos minutos del final da a los armeros el triunfo y les coloca a dos puntos de la 17ª plaza.

GETAFE 0

EIBAR 1


Eran las 14.45 y ya se redactaba el epitafio del Eibar cuando Alberola Rojas se llevó la mano al oído. Algo había pasado, en los estertores de un partido que dejaba a los azulgranas a un paso de Segunda; algo que cambiaba el final del encuentro y quién sabe si de la temporada. Una mano de Maksimovic en un córner que el colegiado no apreció en directo pero sí en pantalla y que Recio convirtió en el 0-1 que aferra al Eibar al milagro.

Un premio a la fe. Del propio jugador malagueño que, con Bryan elegido para lanzar el penalti, agarró el balón, retando a la presión de los cinco que han fallado sus compañeros esta temporada y de la trascendencia de una acción que podía marcar la diferencia entre la permanencia y el descenso. También a la de un equipo que, estando desahuciado hace un par de semanas, ha sido capaz de hacer lo que no había conseguido en todo el curso, enlazar dos victorias para cuestionar otra convicción, precisamente la de los descreídos.

Siguen siendo muchos los que se quedan con la certeza de las matemáticas pero el acto de fe ya no lo es tanto tras una jornada prácticamente perfecta, que deja al Eibar todavía en el último puesto de la clasificación pero a un punto ahora de Elche y Huesca y a solo dos del Valladolid, que sigue marcando la frontera de la salvación.

Un imposible al que se acerca el Eibar tras ganar por primera vez en el Alfonso Pérez en un partido tan difícil de tragar como cabía prever con los dos equipos menos goleadores de Primera en liza. Como también son los que mejores números defensivos tienen entre los de la parte baja de la clasificación, no es de extrañar que el primer remate entre los tres palos no llegara hasta el minuto 61.

Con el mismo once que ganó al Alavés, en su mejor partido del curso, el Eibar disputó un buen primer tiempo, cumpliendo la difícil tarea de buscar el gol, sin desesperar por la falta de ocasiones claras y evitando al mismo tiempo los sustos en un partido de juego directo, mucha interrupción e inexistente centro del campo.

El Getafe volvió mejor del descanso pero el Eibar siguió aguantando. No le bastaba con eso pero cada vez se le veía más incapaz de conseguir algo mejor. Hasta que Alberola Rojas se llevó la mano al oído.