Raimundo Fitero
DE REOJO

Mitos

A un especialista en la Grecia antigua, le deben doler las yemas de los dedos de los pies al ver cómo se construyen mitos de bajo precio con una inusitada celeridad. ¿Estamos viviendo en una sociedad mitómana que se ha desmadrado? Si ganas unas elecciones de una manera amplia, te pueden convertir en una santa, una estratega, adquieres al finalizar el escrutinio unas capacidades que se proyectan de manera incontrolable sobre el presente, el futuro y la historia de la idiocia te corona frente a otros dioses menores, pero en Wikipedia tu espacio se va a recargar de facultades desconocidas y que son, en la inmensa mayoría de las ocasiones, meras acciones propagandísticas patrocinadas.

El mito de baja estofa, el más vulgar, es el insiste en señalar que, al acabarse el estado de alarma, ya los toques de queda son rechiflas, la ciudadanía abandona el chándal y se viste de fiesta para irse a disfrutar de la noche de los botellones que nadie sabe ni cómo describir, ni calificar en el periodismo de inspiración fiscal y con evidentes signos de colocar en el chivateo como excusa de una falta de ética. Fue en un principio cuando el chándal se convirtió en el uniforme circunstancial, pero después se fue incorporando el vestuario informal en combinación con la propia mascarilla. Andando por las calles, usando los transportes públicos o acudiendo a las citas médicas programadas o urgentes, se comprueba que no existe más voluntad de trascendencia superior, que los mitos forman parte de una necesidad de buscar un entretenimiento supletorio.

Confeccionar nuevos mitos a partir de hechos realizados por alguien o a base de falsedades e invenciones, acaba en estos tiempos difusos no teniendo apenas diferencia para su uso por una parte de la ciudadanía que necesita agarrarse a muchos clavos ardiendo o helados.