Carlos GIL
Analista cultural

En modo cultura

Asisto a las sesiones de un Observatorio de la Cultura que tiene un proyecto para establecer planes en los diversos sectores de la Cultura que puedan servir para que una región portuguesa como el Alentejo logre reactivar su vida económica y, a la vez, ayudar a la repoblación del territorio. Parece paradójico el objetivo de intentar asentar colectivos culturales en la zona para aumentar la demografía. Es una cultura utilitaria en su formulación, pero al meterse en sus debates se disparan las posibilidades de aplicar acciones que ayuden a consolidar un territorio como Cultural, más allá de turístico.

Muchas reflexiones se acumulan. Optar por un plan cultural para ejercer una llamada a posibles nuevos pobladores es algo que escapa a la lógica habitual y, por ello, tiene un significado superior, novedoso y que de entrada propicia pensar en los valores de la Cultura en el mercado económico y, de paso, ejercer de incentivo convivencial para sus pobladores actuales que se verán beneficiados por programas de inmersión cultural que abran la alternativa de que quienes quieran dedicarse a actividades artísticas no deban salir de su región e incluso que algunos que salieron antaño, vuelvan a su lugar de origen para ejercer la docencia o liderar proyectos. De todo se pueden sacar lecciones para aplicar en otros lugares, porque el origen siempre tiene un claro impulso político.