Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Lola»

Del pasado masculino al futuro femenino

En su segundo largometraje “Lola vers la mer” (2019), el belga Laurent Micheli se posiciona dentro del activismo LGBTIQ+, con un discurso sincero y revelador pensado para todas las audiencias. Contar la verdad de los sentimientos es el mejor camino para que cualquier persona, sea cual sea su ideología o rol familiar, entienda la realidad de la transexualidad por encima de los estereotipos y de imágenes engañosas más ligadas al mundo del espectáculo que a la vida cotidiana. En un momento dado, y esto es muy común, el padre dice a la protagonista que se avergüenza de que su hijo se haya convertido en un “travesti”. Es una frase cruelmente injusta y falsa, aunque por desgracia demasiado extendida en nuestra sociedad. Dentro del contexto argumental de la película resulta oportuna, al ser fruto lógico del alejamiento voluntario del progenitor, desconocedor absoluto de esa persona que ahora se llama Lola, y a la que él conoció de niño con el nombre de Lionel.

El conflicto paternofilial, siendo muy cierto, actúa en “Lola vers la mer” (2019) como metáfora del proceso de reasignación de sexo en cuanto tránsito, en el sentido más literal, entre el pasado y el futuro que ha de pasar por un presente doloroso, físicamente a cuenta de la operación, y mentalmente por todo el profundo cambio interior que comporta el asumir una psicología femenina. Suerte que Lola no tiene probemas de identidad, pues se muestra como un ser libre y sin prejuicios, que lo mismo se tiñe el pelo de rosa y viste como una chica, que se mueve entre chicos de forma natural sobre su tabla de skate.

El triunfo de la película se sustenta en el riesgo asumido por Micheli al conceder el protagonismo a la chica trans Mya Bollaers en su primera experiencia como actriz. Su autenticidad se iguala con la profesionalidad del curtido Benoît Magimel, como dos personajes opuestos unidos por el recuerdo compartido de la madre muerta.