Fede de los Rios
JOPUNTUA

Amb el company Marcel

Quisieron celebrar un festival Holi de colores y amor como respuesta a la concentración del sindicato policial Jusapol para homenajear las cargas policiales del año anterior durante el referéndum del 1-O. Para proteger de los polvos de colores, cánticos y bailes a los paralíticos pélvicos y monocromáticos defensores del Orden y la Ley acudieron otros defensores del mismo Orden y de la misma Ley, los mossos d’escuadra, tampoco partidarios de la fiesta. Algo harto conocido por estos lares, constatado empíricamente y sintetizado por Eskorbuto en «mucha policía, poca diversión».

Cargaron los defensores a sueldo del Orden contra quienes lanzaban polvos de colores y pintura acrílica, «algo propio de las técnicas de guerrilla urbana» reza la sentencia condenando a cinco años de cárcel al militante de la CUP Marcel Vivet, quien, continúa el relato, «se valió de la cobertura y sensación de impunidad que le ofrecía el resto del grupo para golpear con el palo de una bandera en el brazo al agente», el nº 18784. Aquel no era el día de 18784. Una misma denuncia presentada contra dos individuos diferentes. Su muñeca derecha, la portadora de «la defensa» (la porra), aun no existiendo constancia gráfica alguna del hecho, era el objeto de deseo de varios de los participantes del festival Holi.

Cinco años privado de libertad por un golpe en una muñeca. ¿Qué pensará 18784? ¿Excesivo, quizás? ¿Poco, en comparación del tobillo de guardia civil valorado en 12 años para los de Altsasu?

Si Marcel en vez de golpear en la muñeca a 18748 hubiera «atentado contra su integridad moral», le hubiera procurado «malos tratos», «detenido ilegalmente», «violado su domicilio» aplicado «torturas» y causado «lesiones graves» hasta el punto de necesitar transfusión de sangre, la misma Audiencia le hubiese condenado a 6 años de cárcel, después el Tribunal Supremo se lo habría dejado en 4 y al final, el Gobierno español, lo habría indultado, como pasó hace un tiempo con compañeros de 18748 que tuvieron la desgracia de ser grabados. ¿O no?