Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «No odiarás»

¿Por qué nunca se acaba con la idelogía nazi?

No sé, no creo que el discurso del odio baste para justificar la pervivencia de la ideología nazi, casi un siglo después. Tampoco ha de ser suficiente la cuestión populista, con la derecha extrema sacando partido de la crisis económica, la inmigracíon y el paro juvenil. Y, por último, sería demasiado frívolo achacar el auge de los grupos neonazis en Europa a una moda, a una estética y unas simbologías atractivas para las nuevas generaciones que se saltaron las clases de historia o, en su caso, el sistema pedagógico falló y no supo explicar la lección del Holocausto. Desmemoria, desconocimiento, un poco de todo, hasta en la propia Alemania. El debutante Mauro Mancini y su coguionista Davide Lisino escribieron el argumento de “Non odiare” (2020) a partir de la noticia de un médico judío que en un hospital alemán se negó a operar a un paciente que llevaba una esvástica tatuada, por lo que hubo de ser sustituido.

La correspondiente melodramatización ficcional traslada la acción a Trieste, donde un cirujano que practica el remo en su tiempo libre es testigo del accidente de un coche que cae al río, pero cuando se acerca para auxiliar a la víctima, se encuentra con el mencionado tatuaje, bien visible, en su pecho. Como quiera que el galeno es hijo de un superviviente de los campos de concentración, que se salvó del exterminio gracias a que era dentista, huye del lugar traicionando el juramento hipocrático. Reacciona más tarde cuando, llevado por el remordimiento, se preocupa por la familia del fallecido, de quien los dos hijos han heredado el saludo fascista, contratando como limpiadora doméstica a la joven hermana, que no tiene la culpa.

Lo que aquí se plantea por tanto es un dilema moral y educacional, como si la herencia del nazismo y la de sus enemigos se transmitiera de una generación a otra. Pero tiene que haber algo más dentro de este caos, que la película no acierta a mostrar.