Dabid LAZKANOITURBURU

Pandemia y negociación a la baja

Que la llamada «coalición semáforo» iba a alcanzar un acuerdo de gobierno era algo cantado cuando verdes y liberales se reunieron 48 horas después de las elecciones del 26 de setiembre para escenificar un preacuerdo entre la tercera y la cuarta fuerza política para aupar al socialdemócrata Olaf Scholz a la Cancillería alemana.

Desde el principio de la ronda negociadora había prisa por alcanzar un acuerdo y conjurar la imagen de 2017 cuando, en un proceso que duró cuatro largos meses, y después de que los liberales del FDP dejaran plantados en la mesa a la conservadora CDU y a los Verdes, Alemania se asomó al abismo de una repetición electoral, conjurada en el último momento cuando el SPD se tragó el sapo de reeditar la Gran Coalición, rechazada por las bases socialdemócratas, ya que le dejaba por tercera vez a merced del centrismo de Angela Merkel.

La premura tenía que ver también con la necesidad de intentar llenar el vacío que deja la «canciller eterna» tanto en Alemania como en la UE.

No obstante, el diablo está en los detalles, y el de la adjudicación de las carteras no es el menor, por lo que no se descartaban pugnas de última hora.

Pero, en esas, la irrupción en las últimas semanas de la peor ola de contagios que sufre Alemania desde el inicio de la pandemia ha encendido todas las alarmas. En medio de una sensación de desgobierno, con un Ejecutivo en funciones que se va y con un tripartito que no termina de llegar, los partidos se han visto obligados a olvidarse de los peros y alcanzar un acuerdo.

Junto con las cegadoras luces rojas del covid-19, el SPD guiña a su electorado a la izquierda con la subida del salario mínimo y un Ministerio de Vivienda. Los Verdes aportan su sello ecologista y liderarán la transición energética desde el superministerio de Economía y Protección del Clima, a manos de su actual líder, Robert Habeck, mientras que su derrotada candidata, Annalena Baerbock, se consolará con la cartera de Exteriores y con la Vicecancillería asociada a ese departamento.

Finalmente, el liberal Christian Lindner ha limado su nein a las medidas contra la propagación del virus y a la presión a los antivacunas a para asegurarse el poderoso Ministerio de Finanzas. Un «submarino amarillo» que velará por la austeridad y marca el verdadero alcance del cambio en Alemania. Merkel se va. Su espíritu permanece.