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GUERRA EN UCRANIA

Rusia anuncia la toma de Mariupol y cancela el asalto a la acería Azovstal

El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró ayer que las fuerzas rusas habían «liberado» el estratégico puerto ucraniano de Mariupol, una afirmación que puso en duda su homólogo de EEUU, Joe Biden, quien anunció 800 millones de dólares en ayuda militar adicional para Kiev. Moscú ordenó el asedio a la acería Azovstal tras cancelar su asalto.

Vladimir Putin celebró ayer el «éxito» de sus tropas al tomar el control de Mariupol, en el sureste de Ucrania, y descartó un asalto final a la zona industrial donde se han atrincherado los últimos resistentes, aunque dio la orden de bloquear la acería «para que no pase ni una mosca ni para dentro ni para fuera».

Tras casi dos meses de asedio y bombardeos, las últimas tropas ucranianas están escondidas en la enorme acería Azovstal. Los ultimátums lanzados por Rusia no han llevado a la rendición de estos soldados. Uno de sus comandantes, Sviatoslav Palamar, del batallón neonazi Azov, pidió «garantías» de seguridad a los países occidentales para dejar el último reducto de la resistencia ucraniana en Mariupol, donde, según Kiev, también hay unos 1.000 civiles.

«Considero que el asalto propuesto de la zona industrial no es apropiado. Ordeno anularlo», declaró Putin en un encuentro con su ministro de Defensa, Serguei Shoigu. «Hay que pensar en la vida de nuestros soldados y oficiales, no hay que penetrar en esas catacumbas y arrastrarse bajo tierra (…) Bloqueen toda la zona de tal forma que no pase ni una mosca», ordenó.

Shoigu indicó que unos 2.000 militares ucranianos resisten en ese complejo, sin citar el número de civiles, y agregó que se necesitarán tres o cuatro días para «terminar el trabajo».

Putin prometió que Rusia «les garantiza la vida y ser tratados con dignidad» a quienes depongan las armas.

Kiev afirma que los rusos son «físicamente incapaces» de apoderarse de esa área fuertemente fortificada cuyas instalaciones abarcan una superficie de once kilómetros cuadrados y cuentan con túneles y búnkeres subterráneos que dificultan su toma.

Goteo de evacuaciones

Casi desde el inicio del conflicto el 24 de febrero, Mariupol ha sido uno de los lugares donde se ha concentrado la ofensiva rusa y desde finales de marzo, cuando Rusia retiró sus tropas del norte y de los alrededores de Kiev, el este y el sur del Ucrania se han convertido en escenario principal de la guerra. Las autoridades locales temen la muerte de más de 20.000 personas –de los 450.000 residentes antes de la guerra– debido a los bombardeos, pero también por la falta de agua, comida y electricidad. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky,indicó que 120.000 civiles permanecen «atrapados» en la urbe, gran parte de la cual lleva días bajo control ruso.

Durante el asedio, las evacuaciones de civiles han sido escasas y peligrosas, con acusaciones mutuas de haber impedido el establecimiento de los corredores humanitarios pactados. Aun así, ayer varios autobuses con civiles pudieron abandonar la ciudad, según la vice primera ministra, Irina Vereshchuk.

El consejero presidencial, Mijailo Podoliak, solicitó una «sesión especial de negociaciones» en Mariupol para «salvar» a los civiles y al personal militar.

Rusia, mientras, seguía a la espera de una respuesta de Kiev sobre la última propuesta de acuerdo remitida por Moscú, aunque Zelensky niegue haberla recibido, según el Kremlin.

Las fuerzas rusas seguían realizando disparos de artillería en toda la línea del frente, según las autoridades ucranianas. Los combates, como en días anteriores, eran especialmente intensos en los alrededores de Izium (noreste), Popasna y Rubizhne en la región de Lugansk (este) y se produjeron nuevos ataques en Mikolaiv (sur), en la ruta hacia Odessa. Rusia controla ya el 80% de la región de Lugansk.

La batalla por el Donbass, la cuenca minera oriental donde Kiev combate a los separatistas prorrusos desde 2014, y parte del sur del país se anuncia larga.

La toma de la estratégica ciudad portuaria de Mariupol y el establecimiento de un corredor bajo control ruso hasta la península de Crimea, anexada en 2014, permitiría a Moscú reforzar sus posiciones en la línea más al norte, cerca de Jarkov, la segunda ciudad del país.

Al mismo tiempo, la resistencia ucraniana se alimenta con el aumento de la ayuda militar de EEUU y de varios de sus aliados occidentales. Ayer, el presidente estadounidense, Joe Biden, que consideró «cuestionable» la toma de Mariupol anunciada por Moscú, anunció un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 800 millones de dólares y el veto a los barcos rusos en EEUU.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que ayer visitó Ucrania, anunció, por su parte, «el mayor envío» de equipo y armamento militar hasta el momento, que incluye 200 toneladas de armamento que viajan ya hacia Ucrania.

Rusia, por su parte, respondió a EEUU con una nueva partida de sanciones individuales contra casi una treintena de personas, entre ellas la vicepresidenta, Kamala Harris, y el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.