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BAMAKO

París retira a su último soldado de Mali tras nueve años de intervención

Más de nueve años después de llegar a Mali como «salvadores» frente a la expansión de los grupos yihadistas, los soldados franceses completaron ayer su retirada del país africano, entre la hostilidad de los militares en el poder y la de la población local, que se extiende a países vecinos. París busca formas de intervención menos expuestas.

Soldados franceses patrullan la ciudad de Gao el pasado diciembre.
Soldados franceses patrullan la ciudad de Gao el pasado diciembre. (Thoas COEX | AFP)

«Hoy, a las 13.00 (hora de París), el último destacamento de la fuerza Barkhane presente en suelo maliense cruzó la frontera entre Mali y Níger. Provenía de la plataforma operativa del desierto de Gao, transferida a las fuerzas armadas malienses desde esta mañana», anunció ayer el Estado Mayor francés, celebrando que este «gran desafío logístico militar» haya sido «asumido en buen orden y con seguridad».

Esta retirada, ordenada el 17 de febrero por el presidente francés, Emmanuel Macron, pone fin a casi una década de intervención militar en Mali, probablemente el último compromiso de esta magnitud en mucho tiempo.

Es el último paso de un repliegue que, no obstante, no supone que París desista de su influencia en la región, sino que busca otro formato en sus operaciones. De hecho, en 2021 ya trasladó el cuartel general del contingente regional al vecino Níger, donde mantiene mejores relaciones con el Gobierno actual.

Macron saludó el compromiso de los soldados «que han combatido durante nueve años a grupos terroristas armados en suelo maliense», de los cuales 59 han «pagado el precio con sus vidas».

En una crítica implícita a las autoridades malienses derivadas de dos golpes de Estado, el presidente galo reafirmó su deseo de «proseguir este compromiso junto a todos los Estados que apuestan por la lucha contra el terrorismo y el respeto a la estabilidad y la convivencia entre las comunidades» en África Occidental.

La salida francesa dio vía libre a la penetración militar política y diplomática rusa en Mali, cuyas autoridades vieron en Moscú un socio más fiable.

La presencia rusa

Los coroneles que dieron el golpe contra el presidente Ibrahim Boubacar Keïta en agosto de 2020 recurrieron incluso a los servicios del grupo paramilitar ruso Wagner, según París y la ONU, y en mayo rompieron los acuerdos de defensa con París y sus socios europeos.

Bamako, que niega haber apelado a Wagner, reprochó en julio a Macron una postura neocolonial y le acusó de suscitar el odio étnico por sus críticas al Ejército maliense.

La operación Serval, lanzada en enero de 2013 contra los grupos yihadistas que habían conquistado el norte del país y amenazaban con descender sobre Bamako, fue sucedida en agosto de 2014 por Barkhane, dirigida contra los yihadistas dispersos por los países de la franja sahelo-sahariana y que movilizó hasta 5.500 hombres sobre el terreno en 2020.

Putin ofrece armamento moderno a sus aliados

Reviviendo las relaciones establecidas en las luchas anticoloniales y ante el repliegue francés, Rusia está reforzando los lazos con países africanos. Mali es el ejemplo más claro pero no el único. El Ejército maliense recibió la semana pasada un nuevo lote de armamento de Rusia compuesto por seis aviones de combate y helicópteros, y el presidente ruso, Vladimir Putin, prometió al líder golpista, Assimi Goita, extender la ayuda al ámbito alimentario o energético. Ayer ofreció armamento moderno, «desde armas de fuego hasta blindados, artillería, aviación y drones», a sus aliados de América Latina, Asia y África que «no se someten al llamado poder hegemónico» y contribuyen a «la defensa del mundo multipolar». Resaltó que «prácticamente todo» este armamento, «empleado en acciones militares reales», supera a su análogo extranjero «en años, si no en décadas». GARA