El pasado viernes, el ministro francés de Justicia, Gerald Darmanin, visitó al expresidente Nicolas Sarkozy en la cárcel. El ministro afirmó que se limitó a hacer su trabajo y que siempre respetará la independencia de la Justicia. Una treintena de abogados ha interpuesto una demanda contra Darmanin porque ven un conflicto de intereses. Si los ministros de Justicia mostraran el mismo interés por el resto de presos y presas, otro gallo cantaría en las prisiones francesas y en su «régimen de vigilancia excepcional».