Mirari ISASI
Entrevista
David Heap
Portavoz de la iniciativa Arca de Gaza

«La única esperanza para Palestina es la conciencia de los pueblos solidarios»

Profesor asociado de la Universidad de Western Ontario, Canadá, que visitó Euskal Herria de la mano de la asociación Biladi, trató de romper el bloqueo israelí sobre Gaza a bordo del Tahrir, en 2011, y realizó parte del viaje del Estelle, en 2012, en representación de la Coalición Flotilla de la Libertad. Visitó Gaza en 2012 con un grupo de lingüistas y ahora está embarcado en Arca de Gaza, iniciativa que desafía el bloqueo desde el interior.

La iniciativa Arca de Gaza pretende dar continuidad a las Flotillas de la Libertad desafiando el bloqueo, pero incidiendo en la defensa del derecho a la libre circulación de personas y productos, que forman parte de los derechos sociales y humanos de cualquier pueblo, subraya David Heap.

Con una tripulación mixta integrada por palestinos y extranjeros, el Arca de Gaza partirá en primavera del puerto gazatí, el único del Mediterráneo cerrado a la navegación, con 45-50 toneladas de productos agrícolas y textiles artesanales palestinos para romper el bloqueo israelí desde el interior.

Sus promotores remarcan que se trata de una iniciativa de carácter comercial y no de ayuda humanitaria, porque consideran que esta sirve para dar cobertura a las acciones del Gobierno israelí contra Gaza, aliviando la conciencia de las potencias internacionales y permitiendo que continúe el bloqueo.

¿En qué se diferencia esta iniciativa de las anteriores?

Fundamentalmente en la dirección del viaje. En vez de viajar desde aguas internacionales hacia Palestina, proyectamos salir de Gaza con un pesquero que estamos reconstruyendo. El objetivo es desafiar el bloqueo con una acción directa pacífica, pero subrayando su aspecto económico. Los palestinos de Gaza no tienen libertad de movimiento, lo que les impide tener derecho a una economía normal y soberana. El puerto de Gaza es el único del Mediterráneo cerrado a la navegación. En la región tendrían mercados por tierra, Cisjordania u otros, pero también es un pueblo costero, que debería tener la opción de viajar por mar.

¿Por eso se incide en la situación de los pescadores?

Efectivamente. Han visto limitadas sus aguas territoriales desde las veinte millas, fijadas en los Acuerdos de Oslo, a las actuales tres, en las que no pescan nada. Eso, unido a los ataques de la Marina israelí cuando intentan pescar en sus aguas territoriales, ha llevado a la miseria a miles de familias. Al desafiar esa línea ilegal que impone el Ejército estamos llamando la atención del mundo sobre la situación de estos pescadores que no disfrutan de sus propias aguas.

Además, un aspecto importante es la integridad territorial de Palestina.

Aunque es complicado que lleguen, tenemos compradores en Europa y Norteamérica que tienen ya una relación comercial con empresas de Cisjordania y van a mandar una parte de sus pedidos por vía terrestre a Gaza para que el barco zarpe con productos de toda Palestina. Y se están metiendo en un problema solo para que sus productos lleguen al puerto.

Su partida ha sido aplazada de otoño a primavera. ¿Por qué?

Entre otras razones, por la situación que ha seguido al golpe de Estado en Egipto. La situación económica y de recursos para construir el barco se ha puesto muy difícil, pero el cambio de calendario nos da un tiempo suplementario para preparar el viaje, la sensibilización y el cierre de los contratos.

¿Confían en poder zarpar?

La gente se acuerda mucho de los viajes que no llegan, pero en 2008 cinco viajes del movimiento Free Gaza llegaron hasta Gaza. Quien decide que el viaje sea seguro o inseguro es el Ejército ocupante. A quien hay que preguntar es a las autoridades israelíes, que actúan de forma ilegal y con la complicidad de los gobiernos occidentales. Mucha gente nos pide subir a bordo, pero es un barco pequeño. Sin embargo, sí pueden subir a bordo de la campaña, compartiendo el riesgo comercial de ser compradores.

¿Cómo?

El riesgo que compartes al comprar un lote es el de perder ese producto. El palestino que lo vende va a recibir su pago; al subirlo al barco su propietario ya es extranjero; nos toca a nosotros, en nuestros países, reivindicar el libre paso de nuestras mercancías y si al barco le sucediera algo, acudir a la vía judicial. En Europa hay tratos comerciales con Israel y es hora de exigir libre comercio y posibilidad de comerciar con los territorios palestinos ocupados. Solemos presentar la cuestión de Palestina como de ayuda humanitaria y de derechos humanos, pero ahora se trata de libertad de comercio. Jugamos en el terreno de nuestros gobiernos neoliberales a los que les gusta la retórica del libre comercio, pero a ver qué responden cuando se exige eso y a ver qué responde el ocupante ante un viaje que sale de Gaza y que, de ninguna manera, puede presentarse como una amenaza a la seguridad.

Insisten en desmarcar esta iniciativa de la ayuda humanitaria, pero en el caso de Gaza ¿no es difícil desligarlo?

Hay instancias internacionales y estatales que deben responder a nivel humanitario. Nuestra organización, por su tamaño y carácter activista, tiene que concentrarse en lo que le toca, que es la finalidad política de desafiar el bloqueo.

¿Hasta qué punto son necesarias iniciativas como esta para dar esperanza a los gazatíes?

Son muy conscientes de que los estados y las instancias internacionales se olvidan muy fácilmente. Algunas declaraciones y ninguna acción. Su única esperanza ha sido siempre la conciencia de los pueblos solidarios y de las sociedades civiles, que no dependen de apuestas electoralistas.

¿Cómo ha afectado el golpe de Estado de Egipto a la población de Gaza?

La Presidencia de Mohamed Morsi fue un periodo casi normal y ahora, según dicen los propios palestinos, se ha vuelto peor que en la época de Mubarak. Quien manda es Israel a través de la ayuda económica que Egipto recibe de EEUU a cambio de su participación en el bloqueo. Por Israel no entra nada y el cierre del 80% de los túneles ha generado unas pérdidas tremendas en lo que funcionaba en la economía de Gaza, los precios se vuelven especulativos y comprar determinados productos o equipos se ha puesto muy difícil. Y anímicamente la gente está muy preocupada porque no sabe si podrá viajar o sobrevivir. Admiro mucho su resiliencia.