EDITORIALA
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Cuando se le llama, este pueblo responde

Los organizadores de la feria del libro y disco de Durango no ocultaron ayer su satisfacción por la respuesta popular cosechada en su 48 edición. No era para menos, pues antes incluso de la última jornada se había rebasado el listón de 120.000 personas que marcaba hasta ahora el récord de asistencia. La sociedad se ha volcado con la Azoka y ha vuelto a poner de manifiesto que esta constituye una cita ineludible en el calendario cultural vasco. Un hito obligado también para la industria, que deposita en la primera semana de diciembre buena parte de sus esperanzas de cuadrar números y afianzar proyectos.

La alegría, por tanto, era ayer tónica dominante entre los miembros de Gerediaga Elkartea, precisamente en un momento particularmente difícil, marcado por las apreturas económicas que habían reducido el presupuesto respecto a anteriores ejercicios debido a la bajada sufrida en las ayudas públicas y privadas. En este contexto, mantener una oferta atractiva era un reto, y la gente ha respondido con creces. La afluencia ha sido además uniforme, y todos los espacios y propuestas se han saldado con éxito, lo que contribuye a consolidar la dinámica, acertada, de abrir la Azoka tanto desde el punto de vista físico como conceptual.

El ambiente vivido estos días en Durango es un nuevo ejemplo de compromiso, y no solo por el respaldo masivo a la feria; coincidiendo con este evento se han celebrado multitud de actos de carácter lúdico, festivo y reivindicativo, y en ese apartado la ciudadanía ha estado igualmente a la altura. Qué decir, en este sentido, del llamamiento realizado por los cuatro jóvenes perseguidos por su militancia política que permanecen escondidos y que hicieron un llamamiento a acudir disfrazado a las faldas de Anboto pues ellos también estaban decididos a asistir a la feria. Cientos de personas acudieron a su llamada, escenificando en la villa vizcaina una modalidad dinámica de los muros populares que en los últimos meses se han levantado en Donostia, Ondarroa e Iruñea. Da igual si es en defensa de la cultura o de sus jóvenes más comprometidos, este pueblo siempre responde cuando se le llama.