Rafael RICO RÍOS Rebelión
Análisis | Tras las municipales en venezuela

El chavismo gana las elecciones municipales. Un pueblo maduro

El triunfo del chavismo en las elecciones parece reflejar un despertar de la conciencia de clase con las últimas medidas económicas y una diferenciación entre la gestión del gobierno y los intereses de clase. Pero no es un cheque en blanco para el presidente, Nicolás Maduro.

En las elecciones municipales celebradas en Venezuela el 8 de diciembre de 2013, con una participación del 58,92, el Chavismo obtiene un resultado total de 49,24 % de votos frente a un 42,72 % de la oposición. Otras candidaturas independientes obtuvieron un 8,03 % de los votos.

El Chavismo gana en 15 de las 24 capitales y en el 76 % de las alcaldías del país. Pero vuelve a perder en las tres principales ciudades: La Alcaldía Mayor de Caracas, Maracaibo y Valencia.

Teniendo en cuenta que se trata de elecciones municipales, una alta participación demuestra que en Venezuela la democracia está más viva que nunca y que continúa el enfrentamiento entre dos modelos políticos.

Para estas elecciones municipales, nadie se atrevía a hacer pronósticos de los resultados, eran una gran incógnita sin Chávez, el ajustado triunfo de Maduro el pasado 14 de abril y los problemas económicos que han azotado el país en los últimos meses.

Estas elecciones municipales se han tratado de presentar como un plebiscito a la gestión de Maduro y sus resultados pretendían vislumbrar la era post-Chávez, medir la temperatura de la masa crítica del proceso y ver el comportamiento del núcleo duro de ambos bloques.

La alta participación, podría reforzar la idea de que efectivamente ha sido un plebiscito. Sin embargo, no hay que olvidar que se tratan de elecciones municipales, donde hay factores locales que influyen en el voto. Además, los graves problemas económicos podrían deberse a fenómenos coyunturales o a una crisis del sistema que requiera cambios estructurales. Por tanto, es difícil cualquier análisis y conclusión que trate de generalizar los resultados de estas elecciones para interpretar la marcha del proceso.

¿Guerra económica?. Con estos resultados, parece que las últimas medidas decretadas por el gobierno de Maduro contra el desabastecimiento y la especulación podrían haber movilizado el voto socialista y haber entrado en juego la conciencia de clase.

En el año 2003, para evitar la fuga de capitales, se instauró el control de cambio a través del sistema de control y asignación de divisas de la Comisión de Administración de Divisas, CADIVI. La adquisición de dólares por el sistema no-oficial ha generado un mercado paralelo de adquisición de dólares que ha llevado actualmente a multiplicar por diez su precio oficial.

Las grandes empresas han conseguido «burlar» el control de cambio, adquiriendo divisas a precio oficial, generando monopolios de importación y acceso a bienes por el precio oficial, vendiendo, por un lado, los productos a precio de dólar paralelo, y, por otro, vendiendo en el mercado paralelo las divisas adquiridas a precio oficial. Han creado un suculento y milmillonario negocio con la venta de divisas, relegando a un segundo plano la importación de mercancías, materias primas y maquinaria o la actividad productiva.

Esta crisis ha tenido graves consecuencias para la población venezolana, disparando la inflación a máximos de los últimos 16 años y generando escasez de productos básicos, convirtiendo el problema económico el desabastecimiento de alimentos y alto costo de la vida en los problemas que más preocupan a los venezolanos, junto con la inseguridad.

Los precios han subido un 54 % interanual en lo que va de año 2013. Una gran parte de los productos importados se venden a un precio de más de un 1.200 % del precio en dólar oficial, a pesar de que, teóricamente, se han adquirido a precio oficial.

Las últimas medidas del gobierno contra la especulación de los empresarios, han despertado la conciencia de clase en la población venezolana que, al menos, ha visto una reacción del gobierno. Sin duda se trata de una guerra económica donde los grandes empresarios están tratando de hundir al gobierno bolivariano pero muchos ciudadanos, aunque reconocen que pudiera existir tal guerra, consideran que la guerra también hay que saberla ganar. Existen serias dudas de si las recientes medidas adoptadas por el gobierno bolivariano contra la especulación y desabastecimiento, van en el camino correcto y si es el propio sistema llamado «cadivismo» el que debe de modificarse, lo que implicaría una reestructuración profunda del modelo económico.

Ante una crisis económica, cualquier gobierno neoliberal dispone de un ejército de asesores entrenados y formados en cientos de universidades creadas para el sistema neoliberal con conocimientos acumulados durante décadas. Pero el llamado socialismo del siglo XXI no dispone de muchas referencias que le orienten para afrontar la grave crisis de divisas de la guerra económica y pareciera que improvisara.

Con la aprobación de las leyes habilitantes, donde la Asamblea Nacional le otorga al presidente Maduro poderes legislativos durante un año, se pretende tener la agilidad suficiente para afrontar la batalla contra la especulación, la inflación, la fuga de divisas y el «cadivismo».

En el año 2016, si la oposición consigue las firmas suficientes, podría convocar un referéndum revocatorio del mandato del Presidente Maduro. Si el gobierno no acierta con las medidas económicas, estaríamos ante un escenario de posible derrota electoral del chavismo y la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales, con las incógnitas de cuál sería el nuevo candidato chavista y si la oposición, ante la posibilidad de tomar el poder, es capaz de mantener unida su resquebrajada Mesa de la Unidad.

A pesar de esta crisis financiera, el gobierno ha continuado con su proceso de lucha contra la desigualdad y, este año 2013 Venezuela ha sido el país de la región que más ha bajado la pobreza. Según cifras de la CEPAL, el desempleo se mantiene en un 7 %, la economía sigue creciendo a un ritmo estable y el FMI corrige al alza y prevé que continúe el crecimiento en el año 2014. Por otro lado, Bank of America señaló que PDVSA, con la producción actual tiene, suficiente para cumplir con los compromisos de deuda pendientes.

Pero, además, no olvidemos la garantía de que Venezuela es el país con la mayor reserva de petróleo del mundo. Aún con las fuertes presiones económicas y mediáticas para apoderarse de esta gigantesca reserva petrolera, el gobierno de Maduro no ha pactado con los grandes empresarios y ha profundizado el desarrollo del poder popular con el censo de más de 1.100 comunas y 31 mil consejos comunales, demostrando lealtad y coherencia con los principios de Chávez.

Sin espacio para la crítica e institucionalización del proceso. El bipartidismo, en las democracias de sistemas neoliberales, permite que los grandes partidos se alternen en el poder aunque defiendan el mismo sistema económico. En caso de desgaste del partido gobernante, el partido opositor recoge los votos de la población decepcionada y se mantiene el mismo sistema económico.

En Venezuela no hay alternativa: o eliges el camino del llamado socialismo del siglo XXI o vuelves al capitalismo neoliberal. El chavismo no tiene oportunidad de ofrecer una alternativa ante el desgaste del poder o el descontento por los fallos de gestión.

Esta no-opción hace que se ahogue cualquier espacio para la crítica. Los medios de comunicación comerciales, por intereses económicos, tienen un ataque continuo y feroz contra el gobierno, y los medios de comunicación públicos, en manos del gobierno, para hacer contrapeso a la ofensiva mediática, no dan espacio a la crítica y se convierten en un especie de aparato de propaganda.

Esta trampa es difícil de superar y se traslada a todos los espacios de la sociedad: sindicalistas, que evitan ser críticos con el gobierno para no hacerle el juego a la oposición, los partidos políticos como el PSUV, que no se diferencia entre partido y gobierno, funcionarios públicos e, incluso, los movimientos sociales, cooptados por el apoyo del gobierno a través de instancias como los consejos comunales y los recursos que reciben para el desarrollo del poder popular.

La institucionalización de la revolución se ha tragado al partido dentro del gobierno, los sindicatos, los medios de comunicación e incluso a los movimientos sociales que no consiguen hacer contrapeso crítico a los grandes errores del gobierno.

Esta falta de válvulas de escape para la autocrítica influye inevitablemente en el votante descontento, que, al no tener alternativa dentro del socialismo bolivariano, se le empuja a las abstención o, incluso a la oposición.

La oposición, muy hábilmente, ha dirigido en los últimos años su discurso, no a sus incondicionales de la derecha, sino a este sector descontento. Una estrategia comunicacional que ha calado profundamente con el «Chávez es un gran líder pero los que le rodean son unos mediocres» que ha conseguido que un importante sector del electorado piense que «esos inútiles son los que nos gobiernan ahora».

Es un gran reto superar este dilema con mecanismos democráticos, dando espacio a la crítica dentro del proceso, reforzando el papel de los sindicatos, tratando que el PSUV sea crítico con el gobierno, reforzando el protagonismo de las bases y que el poder popular tenga voz crítica en los medios públicos.

A un año de la despedida de Chávez. Estas elecciones han coincidido con el aniversario de la última alocución pública de Hugo Chávez. Aquella plácida noche decembrina, nos sorprendió con su desgarradora despedida. Fueron los 35 minutos más angustiosos de los últimos años en Venezuela y contuvimos la respiración hasta sus frases finales: «Hoy tenemos patria, que nadie se equivoque; hoy tenemos pueblo, que nadie se equivoque; hoy tenemos la patria más viva que nunca, ardiendo en llama sagrada, en fuego sagrado. Solo me resta decirles, con las buenas noches a las 10:10 minutos de esta noche del sábado, ¡Hasta la victoria siempre! ¡Independencia y patria socialista! ¡Viviremos y venceremos! ¡Viva Venezuela!»

Un año después, nadie pudiera imaginar que, a diferencia de otros pueblos sumisamente castigados por el capitalismo, el pueblo venezolano, huérfano de su líder histórico, haya asimilado con tanta madurez y claridad lo que significa una lucha de clases y el enfrentamiento de dos modelos económicos. Ha sabido leer la complejidad de distinguir entre una defensa de los intereses de clase y un gobierno con una gestión ineficiente.

No es un cheque en blanco para Maduro, este pueblo lo ha demostrado. Es un pueblo que continuamente cuestiona el orden establecido y es irreverente, que tiene claro que el gran legado de Chávez es la conciencia de clase y la unidad de la izquierda, algo que parece imposible en otras latitudes.

Después de 15 años de gobierno, a pesar de los millones de dólares en propaganda contra el proceso, de la guerra económica, de las maniobras de desestabilización, de los graves errores de gestión, ineficiencia, falta de planificación, improvisación, corrupción, inseguridad y sin Chávez, cuando muchos apostaban por una debacle electoral y esperaban el principio del fin del chavismo, el socialismo ha vuelto a derrotar al capitalismo en Venezuela.