Raimundo Fitero
DE REOJO

Roca

De qué se ríe Miquel Roca i Junyent? Junto a su ayudante en su despacho multimillonario de abogados se han convertido en los chiquitos de la infanta, haciendo bromas, algunas muy sangrientas, ante la prensa sobre los doscientos y pico folios de las argumentaciones del juez Castro para imputar a la esposa de Urdangarin. Es una actitud de tanta prepotencia y soberbia que no augura nada bueno. Este tal Roca es un padre de la constitución española, estuvo en CiU, hizo una de las operaciones políticas más ruinosas y con unas pérdidas de unas cantidades exuberantes de millones de las pesetas de entonces que asustarían porque alguien las pagó, alguien las cobró y no sacó ni un escaño. Es decir, estamos ante uno de esos personajes aceitosos de la vida política española que se ha convertido, dicen que por expreso deseo del suegro de Urdangarin, en el abogado defensor segundo (recuérdese que en el primer lugar de la defensa está el ministerio fiscal, dependiente orgánicamente del gobierno, es decir de Ruiz Gallardón para más señas ) de la recién imputada. Y cuando sale la noticia de la imputación se ríe. Así, con un par, se ríe en la cara de todos.

Estamos buscando los motivos de esa risa. Por si acaso sea una risa de cocodrilo, una risa floja, una risa defensiva o una risa ofensiva. Yo creo que es una risa profunda, que le sobrepasa todos los rictus de protección que intenta colocarle y que le sale de un pensamiento muy cachondo: «mira que soy ilusos creyendo que esto va a ir para adelante». Porque resulta que estamos recibiendo lecciones de lo que significa estar imputado. Bueno es una lección en diferido, pero que abruma. Y si no es nada estar imputado como casi me tienen convencido, ¿por qué no dejan a la imputada con diadema que vaya y se explique? Que le dejen, como asegura Roca, contribuir con la justicia. Lo que pasa es que a estas personas criadas en palacios y rodeadas de curas y generales les han enseñado una clase de justicia medieval que no encaja con lo que ahora se considera la adecuada. A Roca le da lo mismo, ha sido nombrado desde la jefatura del estado y de ahí su risa cínica, porque, además, él ya ha cobrado la minuta.