IKUSMIRA
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Un poco menos de espionaje, otro engaño más

Si algo ha puesto de manifiesto el escándalo de espionaje masivo destapado por Edward Snowden, además de toneladas de hipocresía, mentiras y afirmaciones de indignación fingida, es que no se espiaba a «sospechosos de terrorismo». Empresarios, políticos, presidentes y cientos de millones de ciudadanos eran objetivo de las agencias de inteligencia. Las conversaciones telefónicas, los post de Twitter, los e-mails y los mensajes de texto eran significativa y sistemáticamente recopilados. La gente normal está expuesta, es investigada y se ha convertido en un libro abierto. Obama, tras el escándalo por interceptar los teléfonos y correos electrónicos de la canciller alemana Ángela Merkel y la presidenta brasileña Dilma Rousseff, se ha visto obligado a fingir que toma cartas en el asunto. Ayer informó de que propondrá en el Congreso que el Gobierno deje de controlar los registros telefónicos de millones de ciudadanos recopilados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y que los organismos de inteligencia necesiten permiso de una corte secreta para acceder a esos datos. Pero poco más.

«No nos vamos a disculpar simplemente porque nuestros servicios de inteligencia son más efectivos», dijo Obama, que tras arremeter contra Snowden, anticipó que las cosas seguirán como están. Mucho bombo y platillo, demasiada estética, para tanto secretismo y engaño.