GARA BILBO

El festival de cine gay-lesbo-trans de Bilbo se solidariza con los homosexuales rusos

El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gay-Lesbo-Trans de Bilbao, Zinegoak, ha distinguido al certamen de San Petersburgo por su lucha en favor de los derechos de los homosexuales en Rusia. La directora del mismo, Tanya Shmankevich, lo recibió en la gala inaugural.

El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gay-Lesbo-Trans de Bilbo, Zinegoak, ha distinguido a su certamen «hermano» de San Petersburgo con su premio honorífico por su lucha en favor de los derechos de los homosexuales en Rusia ante las restricciones legales que el colectivo tiene en este país.

La directora de «Bok o Bok (Side by side)», el festival internacional de cine lésbico, gay, bisexual y transexual de San Petesburgo, Tanya Shmankevich, recogió ayer por la tarde, en Bilbo, el galardón en la gala inaugural de la XI edición de Zinegoak, donde se van a proyectar 85 películas.

Shmankevich compareció ayer en el Arriaga junto al director de Zinegoak, Pau Guillén, para hablar de la situación del colectivo de gays y lesbianas en Rusia tras las última ley aprobada en el país contra la propaganda homosexual y sobre la situación de su festival, que comenzó en 2008.

Homofobia en Rusia

Guillén aseguró que el festival de San Petersburgo es la «cara visible» del movimiento gay en Rusia, pero que tras él, hay «mucho trabajo» en apoyo de los derechos de este colectivo. Shmankevich, por su parte, agradeció el reconocimiento del Zinegoak para seguir reivindicando la libertad de los homosexuales.

«Sería muy difícil si no supiéramos que hay mucha gente fuera que nos apoya», añadió la directora rusa ante las trabas impuestas en su país.

Shmankevich explicó que con la nueva legislación impulsada por el presidente ruso, Vladímir Putin, han aumentado las dificultades para llevar a cabo el festival de cine gay porque no especifica qué es propaganda homosexual y por lo tanto, «cualquier cosa» puede considerarse ilegal.

Comentó que para eludir multas de gran cuantía, han tenido que tomar medidas como indicar en los catálogos del festival que es para mayores de 18 años y comprobar antes de cada sesión que todos los asistentes son mayores de edad.

«En cuanto a los catálogos o carteles del festival, no pueden aparecer imágenes explícitas y tampoco podemos distribuirlos en cualquier lado porque nos exponemos a grandes multas», matizó Shmankevich.

Ha dicho que «ahora» también supone un trabajo «arduo» encontrar sedes para las proyecciones, porque algunas salas «tienen miedo» de ser sancionadas y que algunos medios de comunicación rusos no se atreven a informar del festival porque no saben donde está el limite legal de lo que puede considerarse propaganda.

Recordó que en la última edición del «Side by side» celebrada el pasado mes de noviembre, tuvieron cinco avisos de bombas y que aún así, el público siguió asistiendo a las proyecciones, aunque en ocasiones tuvieran que esperar hasta dos horas para entrar en las salas.

Continuidad

«No sabemos hasta que punto era por ver las películas o si en realidad se trataba más de una reivindicación», comentó la directora del festival de San Petersburgo, Tanya Shmankevich.

También recalcó que el festival debe seguir desarrollándose porque la imagen del colectivo gay está «muy distorsionada» en Rusia y porque se ha convertido en un «espacio» para resolver dudas, sobre todo las relacionadas con la «homofobia interna».

A pesar de los últimos acontecimientos, se siente optimista de cara a la normalización del colectivo y ha asegurado que la imagen de «muchos» países europeos es «muy inspiradora», ya que hace 40 o 50 años tampoco estaban aceptadas socialmente las relaciones homosexuales y les sirven como «modelos a seguir».