Martxelo DÍAZ

El PSN es incapaz de dar el paso que le reclama la sociedad navarra

El PSN comenzará hoy una ronda con los partidos navarros, excepto Bildu, para llegar de nuevo al punto de partida: constatar que la sociedad navarra reclama que se expulse a Yolanda Barcina del poder para convocar elecciones. Es lo mismo que se plasmó en las conclusiones de la comisión de investigación, incluso antes de que esta comenzará. Para ello, es necesaria toda la oposición, sin exclusiones ni vetos. Pero el PSN sigue necesitando la luz verde de Ferraz.

El origen de la crisis institucional que padece Nafarroa está en UPN. Sus prácticas irregulares, sus recortes antisociales, el clientelismo, la sumisión a Madrid y la incapacidad de Yolanda Barcina de llegar a ninguna clase de acuerdo han provocado que la demanda de elecciones anticipadas el 25 de mayo haya calado en la sociedad. Las decenas de miles de personas que asistieron a la manifestación convocada por Kontuz, con el apoyo de sindicatos, partidos y movimientos sociales, son la última expresión del hastío social.

El PSN ha demostrado que no ha sido capaz de ofrecer una respuesta adecuada a la ciudadanía que quiere expresarse en las urnas. Tras las revelaciones de Idoia Nieves, el 11 de febrero, se creó una comisión de investigación con el objetivo de confirmar o desmentir las acusaciones de trato de favor formuladas contra la vicepresidenta Lourdes Goicoechea.

El resto de los partidos de la oposición ya había dejado claro que la situación era insostenible y que había que articular fórmulas para permitir una convocatoria de elecciones anticipadas. La moción de censura estaba ya sobre la mesa.

El 12 de febrero, Roberto Jiménez, secretario general del PSN, compareció ante los medios en una de las ruedas de prensa más surrealistas que se recuerdan en los últimos años en Iruñea. «O se va Barcina o la echamos nosotros», proclamó entonces Jiménez, arrogándose un liderazgo de la oposición que no le correspondía. Por un lado, no se puede olvidar que el PSN permitió la investidura de Barcina como presidenta y que el propio Jiménez fue vicepresidente del gobierno de coalición. Por otro, olvidaba que solo tiene nueve escaños en el Parlamento, por lo que necesita al menos de otro grupo para poder presentar la moción de censura. Y si quiere que salga adelante, precisa del apoyo del conjunto de la oposición parlamentaria.

La estrategia del PSN pasaba por trabajar dos semanas en la comisión de investigación para confirmar las acusaciones de Nieves. De este modo, se pretendía «convencer» a Madrid de que la presentación de la moción de censura era necesaria. El problema es que Jiménez, en su rueda de prensa, telegrafió la estrategia del PSN, permitiendo a los medios de comunicación de Madrid comenzar una intensa campaña para desacreditar la opción de echar a Barcina fuera del poder. La «excusa» era que Bildu era imprescindible en esa operación. Pero es que la aritmética parlamentaria y la realidad sociológica de Nafarroa es así.

Pasó la comisión. Se reveló que a Goicoechea le pareció mal que a la universidad del Opus se le reclamara 1,5 millones de euros en una época marcada por los recortes. Se demostró que Barcina priorizó cumplir con el objetivo de déficit, a costa de reducir la liquidez de las empresas en un momento en el que el acceso al crédito era imposible, retrasando la devolución del IVA. Se constató que Goicoechea intervino a favor de antiguos clientes. Quedó sobre la mesa que la incompatibilidad de la vicepresidenta es cuando menos discutible. Todo ello en una comisión de investigación que parecía más un debate político que un instrumento para confirmar o desmentir unas acusaciones de presunto tráfico de influencias. Pero el PSN no dio el paso.

Tras la presentación de las conclusiones, consensuadas por todos los grupos de la oposición (PSN, Bildu, Aralar-NaBai, I-E y Geroa Bai), el partido de Jiménez ha sido incapaz de seguir el guión previsto.

El anuncio de una nueva ronda de partidos, excluyendo a Bildu, es más de lo mismo. Una muestra de la incapacidad del PSN de marcar su estrategia en base a los intereses de Nafarroa. El PSOE federal es el que decide y a la dirección del PSN no le queda más que intentar convencerles de que permitir seguir gobernando a Barcina es un error que pagarán caro en las urnas, que, a más tardar, llegarán el año que viene. El PSOE está en la encrucijada de actuar con coherencia en Nafarroa y permitir que se eche a Barcina o priorizar los intereses electorales del PSOE en las europeas para no darle una baza al PP.

Comenzar una ronda de partidos para llegar a la misma conclusión que el pasado viernes, que Barcina tiene que abandonar el Gobierno, supone una pérdida de tiempo en un contexto en el que los plazos cada vez son más apretados. Si Barcina gana tiempo, está reforzando su posición.

La única evidencia es que la sociedad navarra reclama un cambio y que para conseguirlo es necesario que toda la oposición parlamentaria trabaje unida. Sin exclusiones ni vetos. Lo contrario supone dar un balón de oxígeno a UPN.