Guzmán RUIZ GARRO
Consejero General de BBK
GAURKOA

Kutxabank: busca nuevos socios

«Por qué está desprendiéndose la entidad de las participadas y liquidando parte de nuestro patrimonio?», «¿Cómo y de dónde se van a sacar los fondos para dotar los nuevos agujeros que ha generado la nefasta gestión de Kutxa?», son preguntas que hace el autor que rechaza la ecuación de que lo «práctico» es no postergar por más tiempo lo «inevitable», a saber, «que la Troika se salga con la suya» y obligue a las cajas vascas a perder la mayoría de su banco.

El presidente de Kutxabank, el pasado día 21 de febrero, en La Comercial de Deusto, asumió que las cajas BBK, Kutxa y Vital sólo podrán retener el 30% de la propiedad del banco vasco-andaluz. Su discurso ha sido calificado por los medios propensos a la homologación completa de estas entidades de ahorro con los bancos como realista y alejado de voluntarismos. Un conocido plumilla, muy fiel a los dictados del BBVA, se ha mostrado exultante por el desapego con lo público que profesa de siempre el mandamás de Kutxabank. La palabra inevitable vuelve a regir en los designios liquidacionistas que patrocinan. Si logran que todos aceptemos que hay hechos ineludibles, solamente quedará que entendamos que lo práctico es no postergar por más tiempo lo inevitable: que la troika se salga con la suya -que también es la de ellos- y obligue a la transformación de las cajas en fundaciones y que estas se vean obligadas a perder la mayoría de su banco.

Antes de proseguir con este artículo, quisiera comentar maliciosamente lo errados que andan los que santifican todas las referencias del establishment y el ridículo que hacen creyéndose las versiones interesadas. Ya sé que está feo regodearse de los pillados en renuncio, pero la pertinaz y errónea teoría que ha situado el porcentaje de desinversión de Kutxabank en el 7,01 % era para los fieles o los despistados. Ha bastado que el Sr. Fernández recuerde en el foro jesuítico que la legislación de fundaciones bancarias establece como preceptivo que las cajas no controlen un banco, para que se desbarate esa ridícula conjetura.

Y es que el presidente de Kutxabank, no sé si por llevarle la contraria al virrey de Bizkaia o porque le ha alumbrado el éter de la Universidad regida por la Compañía de Jesús, no se ha andado, al menos esta vez, con disimulos. Lo digo porque hace unos días tuvo lugar la Convención de directivos de Kutxabank y allí, como marco aparentemente más propicio, no se habló de esto y sí de un «Core Tier 1» del 12%, de una solvencia total del 12,4% al cierre de 2013 y del 7,02 del Ratio de Apalancamiento. Datos notables ampliados el 27 de febrero con otros no tan optimistas sobre los beneficios del banco y lo que se destinará a la Obra Social.

Aunque yo no soy periodista, se me ocurre que en las comparecencia públicas -y más si son de tanto boato- habría que aprovechar para hacer preguntas con más enjundia. Por ejemplo: ¿Qué pasa con la mora y la situación agónica de Cajasur? ¿Cómo y de dónde se van a sacar los fondos para dotar los nuevos agujeros que ha generado la nefasta gestión de Kutxa? Me refiero a la dotación por la venta de preferentes de Eroski o la aplicación del IRPH. ¿Cuánto se comprometió Kutxabank a aportar al Sareb este año? ¿Cómo y en cuánto van a afectar los nuevos límites del Banco de España a la Obra Social? ¿Por qué está desprendiéndose la entidad de las participadas y liquidando parte de nuestro patrimonio?

En fin, si nadie interroga, habrá que conformarse con las revelaciones en estas sesiones de autocomplacencia. Y hablando de ocurrencias, de nuevo, han rescatado la figura de la newco, es decir, una nueva sociedad controlada por las fundaciones a la que se transferiría la cartera de participadas no estratégicas. Las de Iberdrola, CAF, Enágas, Petronor, CLH o Ingeteam, se las reservarían para revestir a la entidad financiera. Contradicciones que reflejan la ausencia de criterios claros sobre qué es mejor para Kutxabank, porque tira la consigna de todo al banco que primó en su fundación. Al ritmo de desinversiones que llevan (la última venta en el mercado de valores ha sido un paquete de dos millones de acciones de Zeltia), no sé si podrán generar rendimientos para nutrir la Obra Social.

Y aunque de la función benéfica de las cajas también habría que tumbar algunos juicios y prejuicios atávicos, reconozcamos su valor y aportación. Cedido en favor del capital privado el control accionarial de los bancos que crearon las cajas, se precipita la quiebra de un peculiar modelo que durante generaciones ha sumado eficazmente sus beneficios a los cómputos públicos. Si le agregamos a esta fractura las consecuencias de la caída presupuestaria actual y las pocas ganas de regalar en dividendos sociales, muchos proyectos de asistencia sanitaria y general quedarán abandonados, por mucho que diga Don Mario que se va a preservar la Obra Social.

Las cajas, en el conjunto del Estado, en los últimos seis años, han dedicado 10.000 millones a fines sociales. Al cierre del ejercicio de 2010, la obra social sostenía 45.000 empleos indirectos que sumar a los 3.522 empleados propios dedicados a la administración de esos dineros y contaba con casi 5.000 centros operativos. Su patrimonio estaba valorado en 1.850 millones de euros y el número de actividades anuales realizadas generalmente a través de las ONG superaba las 155.000. A modo de recordatorio, aludiendo a lo cercano, la BBK, en ese mismo año 2010, anunció que en cinco años había destinado 370 millones de euros. Sin embargo, para este ejercicio, Kutxabank adjudica 27,9 millones a la Obra de las tres cajas.

En noviembre, efectivamente, el Banco Central Europeo asumirá las competencias del Banco de España y será quien tome las riendas del proceso de privatización de Kutxabank. Si es verdad que el actual consejo del banco retrasará la salida a bolsa todo lo que pueda, la entrada de uno o varios socios se visualiza como algo más que factible. El futuro inmediato: apertura del capital del banco a terceros. Y estas incorporaciones desnaturalizarán la «esencia» de Kutxabank, si no acaba deglutido por las alianzas. Y aunque resulta todavía poco creíble, ya se especula puertas adentro sobre estrategias y compañías catalanas para cargarnos el mochuelo de Catalunyabanc, la única novia sin pareja del baile de fin de curso de las cajas.

Si esta teoría no es válida, para llegar a la cifra de los 150.000 millones en activos a los que aspira el Sr. Fernández harán falta de cualquier forma más socios, y el margen de maniobra, tal y como están las arcas de Kutxabank, no da para liderar proyectos ni de fusión ni de compra. Grave dilema: acatando las directrices de la Troika solamente queda salir a bolsa o buscar nuevos accionistas que diluyan el poder de las kutxas.

Existiría otra salida menos expansionista, más conservadora, y que también contemplan: que entre capital de aquí de manera pausada y controlada. Algún envite echarán a las EPSV laborales. Y si todo falla, nos espetan con otra especulación: «con un simple 5 % se puede controlar una entidad». Vamos que el que no se consuela es porque no quiere.

Y si el objetivo de Kutxabank, tal y como ha dicho el diputado de Bizakaia, no es ganar dinero, sino servir a la sociedad vasca, no le veo yo encaje a esta estimable proclama en los planes que tiene el partido de José Luis Bilbao. Tampoco apelar al pacto fundacional y a los «mecanismos como la autocartera» para no dar entrada al capital privado, va a solucionar nada; sobre todo, porque además del error que supuso la aceptación de la bancarización, hubo en aquel pacto mucha letra pequeña e infinidad de condicionantes. En fin, el «clan vasco» ya tiene la experiencia de la salida del entorno directivo del BBVA. Sin una alianza de insumisión frente a Bruselas de la mayoría de la clase política, Kutxabank será un banco más; posiblemente, ni mejor ni peor que los demás. Ah, que ahora se sitúe el nivel de participación de las fundaciones bancarias en el 30% tampoco es casual; así piensan que se acomodarán mejor a la Ley de cajas y fundaciones bancarias.