Entrevista
LAN SHUI
DIRECTOR DE ORQUESTA

«La revolución económica ha tenido mucho que ver con el crecimiento de la música clásica en china»

Lan Shui es uno de los directores asiáticos más importantes de la actualidad. Nacido en China y nacionalizado americano, desarrolla la mayor de parte de su trabajo en ambos países, así como en Europa, donde es titular de la Orquesta Filarmónica de Copenhague, con la que llega hoy a Donostia.

Aunque visita Donostia al frente de una orquesta europea y actúa con regularidad por todo el mundo, Lan Shui es uno de los grandes directores de orquesta chinos, titular de las orquestas de Singapur y Taiwan y gran conocedor de la vida musical en el gigante asiático. A las 20:00h., en el Kursaal de Donostia, presentará su visión del Concierto para piano nº1 de Brahms y la Sinfonía nº5 de Tchaikovsky.

Llega a Donostia al frente de la Orquesta Filarmónica de Copenhague, un conjunto que está comenzando a llamar la atención en Europa en los últimos años.

La Filarmónica de Copenhague es una orquesta muy antigua, fundada en 1843, pero en los últimos años han entrado numerosos jóvenes a tocar en ella y esto ha impreso un giro a la personalidad del conjunto. Mientras que otras orquestas se limitan a tocar lo que el director les pide, en el seno de la de Copenhague se respira una conexión muy fuerte entre los músicos, el interés por crear un discurso camerístico y, sobre todo, mucha pasión. El público está apreciando este cambio y la gente habla de ello.

El cambio ha coincidido con su entrada como director titular de la orquesta. ¿Qué ha aportado su trabajo?

Creo que he logrado que los músicos se interesen en hacer música en vez de limitarse a tocar las notas. También he impulsado la variedad de estilos, desde la interpretación con instrumentos antiguos a la música más actual, escapando un poco del gran repertorio clásico y romántico. Tocamos a menudo música barroca, algo que hoy en día no es habitual en las orquestas sinfónicas.

Pero a Donostia llegan con un programa plenamente romántico, Tchaikovsky y Brahms.

Sí, pero porque nos lo pidieron expresamente. Yo llevaba 12 años sin dirigir ninguna obra de Tchaikovsky hasta que emprendimos esta gira.

¿Puede un director de orquesta trabajar evitando a Tchaikovsky?

Al crecer en China, mi entrenamiento musical fue al estilo soviético, porque China estaba en la órbita de la Unión Soviética. Debido a eso, en mis primeros años terminé realmente saturado de autores como Tchaikovsky o Rimsky-Korsakov, y hasta que salí de China no llegué a conocer bien a otros como Ravel o Debussy. En un punto de mi vida decidí buscar otros repertorios y no tocar más a Tchaikovsky, pero eso no significa que lo dejase definitivamente.

Salió de China en los 80 para estudiar dirección junto a algunos de los mejores maestros del mundo. ¿Qué le enseñaron figuras como Zinman, Boulez, Järvi o Bernstein?

Zinman fue el más influyente en mí, por su forma de analizar la partitura partiendo de lo que el compositor querría. Trabajaba incansablemente cada detalle, hasta que dejabas de percibir los detalles en favor de la coherencia general de la música. Boulez, que me impactó, era muy diferente: también se paraba en cada detalle de la partitura, pero se atrevía a cambiarla cuando opinaba que algo podía sonar mejor escrito de otra manera: los tempi, la orquestación, etcétera. Con él trabajé mucho autores del siglo XX, como Stravinsky. Järvi, por su parte, estaba muy interesado en la sonoridad de la orquesta, en la belleza intrínseca del sonido. Y Leonard Bernstein representaba el poder de la imaginación. Él no me enseñó concretamente a dirigir, sino a ver en la música su interconexión con la pintura, la arquitectura y con otras facetas del arte y de la vida.

Hace veinte años todavía veíamos a los músicos chinos como algo excepcional. Hoy, sin embargo, muchos de los mejores músicos clásicos del mundo son chinos. ¿Cómo se ha producido esta evolución tan vertiginosa?

Tiene algo que ver con la revolución económica que ha transformado el país en algo completamente diferente. Y aunque antes era difícil desarrollarlo, los chinos siempre hemos sido curiosos con la cultura, no solamente con las matemáticas o la física. En las últimas décadas se ha dado un gran cambio en la actitud hacia la educación de las familias, sobre todo por una generación de padres que no recibieron una buena formación y buscaron para sus hijos la mejor educación posible. Y eso incluía, por supuesto, la música. Además tenemos casos como el del Lang Lang, que ha logrado que millones de niños en China quieran tocar el piano. Y una política gubernamental que ha impulsado la creación de orquestas y casas de ópera por todo el país.