Raimundo Fitero
DE REOJO

Esperanza

La señora Esperanza Aguirre, esa lideresa de los más ultras de la ultra derecha española, no pierde ocasión para copar radios, televisiones, noticiarios y tertulias. No le importa el motivo de esa comparecencia. Ella es dicharachera, habla inglés, sabe latín, usa buen tinte y no tiene ni una pizca de vergüenza. Lanza consignas, estigmatiza a todos sus opositores, insulta de manera global, reprocha el comportamiento de todos a los que le da la gana, miente, tapa a corruptos, ha sido una dirigente dimisionaria que nadie sabe en qué lugar está, aunque parece estar en todos los sitios.

El caso es sencillo, paró su coche en la Gran Vía madrileña para sacar dinero de un cajero, de Bankia, naturalmente, en el carril bus. Unos agentes de movilidad fueron al auto a ponerle una denuncia, ella se identificó, se cansó de que unos agentes de mierda le hicieran cumplir la ley, arrancó en huida su vehículo, derribó una moto oficial en la maniobra, se escondió en su domicilio, según ella a treinta metros, y dos guardiaciviles de sus protección oficial intentaron pactar con los agentes municipales. Esto es lo relatado por los agentes, pero ella, que asume lo de la infracción, desmiente el relato y le sale la autoritaria que lleva dentro.

Y esa autoritaria desde ese incidente que sucede a las cuatro y media de la tarde se dedica a intervenir por teléfono en todas las televisiones y radios del globo terráqueo. Y lo hace no para defenderse, sino para acusar a los agentes de conspiradores, soberbios, machistas, y yo la escuché en directo en 24 H de TVE, insinuando que se trataba de agentes de un sindicato que estaban haciendo algo para lograr una foto. Puede entenderse como un absurdo más de esta deriva autoritaria del PP en todas sus formas, pero es descorazonador ver gritando a esta señora a las once de la noche contra unos agentes, y comprobar como en este programa un periodista de los del régimen, la justifica. Ella reconoce lo de la moto, lo de la infracción, ¿el resto de qué se trata? De un acto autoritario que trasluce esa sensación de que ella está por encima de la ley. Es la famosa impunidad en versión multa de tráfico. Un grave síntoma.