SEGUNDA A | Derbi en Ipurua

El Eibar alcanza la gloria

El Eibar ya es equipo de Primera. Un gol de Jota Peleteiro le permitió reencontrarse con la victoria en Ipurua. Los tropiezos de Las Palmas y Murcia, sus únicas amenazas, redondearon la carambola y colocan a los armeros en la máxima categoría.

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El Eibar es de Primera. Por primera vez en sus 74 años de historia, el equipo azulgrana militará en la máxima categoría del fútbol. Alcanza la gloria un equipo minúsculo que escribe el fútbol con mayúsculas, que se atreve a desafiar la lógica del dinero con los valores deportivos como única bandera.

Y por eso la alegría del Eibar la comparten todos los amantes del fútbol. Los que se reúnen los sábados para jugar con sus amigos, los que conservan el cromo de su primer ídolo y los que entrenan en un campo de tierra, pero también los que oyen su nombre coreado por la grada y los que levantan trofeos rodeados de cámaras. Porque cuando el cronómetro se pone a cero todos ellos contienen la respiración y sueñan con la misma meta, ganar y merecerlo.

Pero la alegría del Eibar la comparten sobre todos los perseguidores de sueños. Los que, en un mundo que empuja al cinismo, todavía creen que el trabajo, la honradez y la humildad pueden verse recompensadas. Porque esos son los tres pilares sobre los que ha basado el Eibar toda su trayectoria. Los que le llevaron a no desesperar cuando encadenaba promociones infructuosas una tras otra, a convertirse en el equipo más veterano de una categoría en la que siempre vistió de cenicienta y a asumir los descensos con la conciencia tranquila del que ha hecho bien su trabajo.

Y por eso, la llegada del Eibar a la élite supone un soplo de aire fresco a un mundo en el que los éxitos se miden exclusivamente en euros. «Una bonita historia, de esas que gusta contar -decía Álex Aranzabal, todavía sin acabar de asimilar lo que había conseguido su equipo-, en la que un grupo de gente humilde, trabajadora y luchadora supera un montón de obstáculos y acaba triunfando».

Una historia que se remonta muchos años atrás pero que comenzó a escribir su último capítulo el pasado verano, cuando los azulgranas regresaban al fútbol profesional tras cuatro temporadas en Segunda B. Lo hacían como acostumbran, con las cuentas ajustadas y la permanencia como único, y complicado, objetivo. Prácticamente con el mismo grupo de jugadores que se había batido en el barro la temporada anterior, un puñado de chavales y diletantes que, como su entrenador, entraban en el fútbol profesional con la ilusión y el esfuerzo como armas principales.

Les ha bastado para conquistar un sueño que comenzó a perfilarse hace meses pero que, quizá por la desilusión vivida hace nueve años, nadie ha acabado de creerse hasta que ayer, al filo de las once de la noche, Ipurua reventaba. Hacía una hora que había concluido el derbi entre Eibar y Alavés pero el equipo azulgrana y buena parte de su afición permanecían en el estadio, juntos, como han llegado hasta aquí, y pegados al transistor, a la espera de que el milagro se completase. Y lo hizo. Remontó el Recreativo en el Gran Canaria, como había tropezado ante el Murcia y los armeros convirtieron su hit parade, «Udaberrian, Eibar Primeran», en realidad.

Para eso habían tenido que cumplir su parte ante un Alavés que puso las cosas tan difíciles como cabía prever. Sobre todo después de que la jornada hubiera favorecido los intereses de la escuadra albiazul -ninguno de los seis últimos clasificados consiguió la victoria-. Esa sensación de oportunidad desaprovechada hizo que la derrota resultara aún más amarga para los gasteiztarras.

No dejaron de intentarlo durante todo el encuentro. Pero el Eibar, tras más de dos meses sin ganar en su estadio, no quería prolongar la intriga. A la hora de partido, Jota lanzaba un disparo raso desde la frontal que decidía el partido de forma definitiva. Vislumbraron la gloria los azulgranas y aunque sufrieron -Raúl Navas vio la roja en el tramo final, en el que el Alavés dispuso de un par de buenas ocasiones, además de un posible penalti sobre Raúl García que el árbitro no pitó- la acabaron alcanzando. Los gasteiztarras deberán esperar para tocar la suya, menos ambiciosa pero vital. Al menos, pese a la derrota, siguen dependiendo de sí mismos.

Garitano: «Me siento feliz por conseguir el ascenso y hacerlo con el equipo que quiero»

Desde el césped de Ipurua llegaban los gritos y cánticos de jugadores y aficionados azulgranas pero en la sala de prensa casi había que aguzar el oído para escuchar a Gaizka Garitano y Álex Aranzabal, tan serenos que nadie diría que acababan de llevar a su equipo a la élite.

Solo al hablar de su familia pareció quebrársele la voz al técnico azulgrana, que se reconoció «un privilegiado por haber podido trabajar con este equipo, con estos jugadores, con toda la gente que tengo al lado, Patxi, Alain, Iñaki, la directiva...». Lógicamente, también se declaraba «muy feliz» por haber logrado «algo histórico y además creo que merecido. Es un momento muy especial no solo porque subes a Primera, sino porque lo haces con el Eibar, que es el equipo que quieres. Más no se puede pedir».

Admitía Garitano haberse sacado una espinita. «Se me escapó el tren hace nueve años, cuando era futbolista, y he soñado mucho con este momento. Sabía que si alguna vez se me presentaba el momento, no podía dejar que se me volviera a escapar. He estado nueve años esperando este día y ha llegado».

Explicó asímismo que «cuando fiché con el Eibar como entrenador» ya soñaba con este momento, aunque insistió en sentirse «un privilegiado por la gente con la que hemos conseguido esto». Dentro y fuera del equipo y, de hecho, aseguró estar «deseando ver la cara a mucha gente, gente que quiero mucho, gente que viene a vernos entrenar, gente mayor de Eibar... Les quiero ver la cara, quiero verles disfrutar», aseguró Garitano, que también se mostró encantado ante la posibilidad de entrenar a los azulgranas en Primera. «Mi deseo es quedarme aquí. Llevo dos años, estoy muy a gusto y si ellos quieren, seguramente me quedaré», afirmó.

No parece que vaya a haber muchas trabas por parte de Álex Aranzabal que, tan sereno como el entrenador, se reconoció también igualmente «feliz», y pese a estar «disfrutando» de algo que parecía imposible, admitía que «dentro de nuestro corazón, muchos eibarreses creíamos en este sueño. Y pensar que ese sueño se ha convertido en realidad es muy fuerte. Ahora mismo estamos en una nube, no es fácil valorarlo».

Celebraba el presidente armero haber llevado a la realidad «una historia muy bonita, la de un pueblo pequeño, humilde y trabajador, que supera todos los obstáculos para triunfar. Es una historia muy buena para los tiempos que corren, con lo que ha pasado en el mundo del fútbol en los últimos años. Una historia como la nuestra -insistió-, de dificultades, de lucha, de entrega, de trabajo en equipo... Por eso hay tanta gente que nos apoya en Eibar y fuera de Eibar». Reconoció, en este sentido, que el ascenso puede suponer un impulso para el otro gran reto de la entidad, la ampliación de capital. «Ya lo está siendo, nos está apoyando gente de sitios insólitos, esperemos que con esto pueda crecer», confió Aranzabal.

A.U.L.

Diego Rivas: «Este es el triunfo de la ilusión y del sacrificio»

En esa locura que fue la celebración del ascenso a Primera División, con todos los jugadores y cientos de aficionados en el campo de juego, algunos jugadores tuvieron la amabilidad de atender a los medios de comunicación. Diego Rivas fue uno de ellos, un jugador que, como él mismo afirmó, vino al Eibar para «seguir siendo alguien en el mundo del fútbol». «Cuando me llamaron dije que tenía la ilusión de un debutante, y este es el triunfo de esa ilusión», reivindica el veterano mediocentro del equipo armero.

«Es el premio al trabajo, al esfuerzo, al sacrificio... Todos los equipos empezamos la liga con ilusión, pero al final los que tienen casta, los que tienen orgullo, son los ganadores», afirmó Rivas. Reconoció que si a principio de temporada le llegan a decir que el Eibar subiría a Primera lo hubiera tomado a «cachondeo», pero al final, y como en todo, el tiempo pone a cada uno en su sitio.

También Jota, el goleador del partido, hizo declaraciones a GARA. Como el resto de jugadores, J. Peleteiro vivió «con muchísima ilusión» el ascenso de su equipo. El mediapunta que con su calidad ha conquistado a la afición armera, se mostró humilde al señalar que aunque el gol fuera una obra de arte suya, «el trabajo para ascender a Primera ha sido de todos los compañeros».

«No esperaba celebrar un ascenso a Primera División con el Eibar», reconoció Jota, que afirmó que si al final se ha conseguido «es porque lo merecemos».

Por su parte, Txema Añibarro no se podía creer el ascenso, aunque destacó la hazaña que supone que un club como el Eibar suba a Primera. «Se ha visto que el fútbol no es todo dinero, más que nada, lo mas importante es el trabajo», sentenció el veterano jugador.

A.E.