Arantza Santesteban
Historialaria
JO PUNTUA

Y de repente, pasa

Pero de repente pasa, y los límites de lo posible se ensanchan. Y entonces una ve cómo cadenas humanas formadas por cuerpos dispuestos reconstruyen un edificio abatido por las máquinas de la prepotencia

A veces piensas que hay cosas que no cambiarán nunca. Que lo posible tiene los limites perfectamente delineados. Que la incredulidad es cuestión de realismo. Y de repente, pasa. Pasa que las certezas se derrumban y los imaginarios se ponen a vibrar. En estos días donde el bipartidismo decimonónico se pone en duda, donde reyes abdican -con presunta urgencia- y donde emergen fuerzas con las que resuenan nuevas mayorías de «izquierda», pronosticar las siguientes escenas es hacer ciencia-ficción política.

Pero de repente, pasa, y los límites de lo posible se ensanchan. Y entonces una ve cómo cadenas humanas formadas por cuerpos dispuestos reconstruyen un edificio abatido por las máquinas de la prepotencia. Esas que no entienden de pulsiones rebeldes, de pulsiones autónomas, de pulsiones creativas.

Y de repente, pasa, que los apuntes de historia donde se explicaba y se naturalizaba -cual receta de cocina- cómo se guisó algo tan antidemocrático como el bipartidismo, se desdibujan. Y la mente empieza a imaginar un horizonte donde esas mayorías que parecían inamovibles se resquebrajan. En esos momentos, una piensa que lo soñado guarda visos de autenticidad.

Y de repente, pasa, que en medio de esta amalgama de sucesos el «sentido común» comienza a buscar razones y respuestas que expliquen lo que pasa. Un relato común, una explicación con sentido. Y es entonces cuando nuevas certezas asoman y demuestran que el régimen vive una profunda crisis. Que las demandas contestatarias que provoca dicha crisis tienen que ver cada vez más con la necesidad de las personas de tomar decisiones y de ejercerlas. Indica que existen personas que no van a soportar que un alcalde o un regidor decida derrumbar un espacio donde se desarrolla vida. Que existen personas que piensan que la monarquía no es más que una forma más de estado antidemocrático. Que existe un sector emer- gente que busca otras formas de representación política.

Y de repente pasa que la demanda democrática parece convertirse en demanda mayoritaria -demanda mainstream-. Y entonces una recuerda que en política y en la vida, casi nada es neutro, mucho menos la democracia burguesa. Y es que no se trata únicamente de votar sobre esto o aquello. Se trata de llenar la praxis democrática de sentido transformador y útil. Rescato las adecuadas palabras de Angela Davis en una reciente entrevista: «Creo profundamente en las posibilidades de la democracia, pero la democracia necesita emanciparse del capitalismo. Mientras vivamos en una democracia capitalista, se nos seguirá escapando un futuro de igualdad racial, de igualdad de género, de igualdad económica.»

Necesitamos construirla, repensarla, reformularla. La práctica democrática. El domingo que viene otra cadena humana recorrerá Euskal Herria reclamando el derecho a decidir. Es una buena oportunidad para llenar de contenido la necesidad y urgencia que tenemos de tomar entre todas las personas que vivimos en este páis en que ámbito territorial e institucional queremos ejercer el derecho a gestionar nuestras propias vidas.