Alvaro Reizabal
Abokatua
JO PUNTUA

Ya vienen los reyes

¿No se tratará de poner barreras protectoras para que no haya que dar explicaciones de lo que hay bajo las alfombras y evitar así lo que el presidente de las Cortes llama «follón»?

Ya vienen los reyes por el arenal, ya le traen al niño un rico pañal». No sé yo si en este caso el pañal será para el niño, como en el villancico, o para el padre que parece estar bastante gagá, pero que vienen los reyes, más reyes todavía y además en alta velocidad, parece evidente, aunque no incontestable.

El espectáculo a que asistimos estos días es bochornoso a todos los niveles. Ahora nos dicen que el titular de la portería, que en su discurso de Navidad transmitió como idea central que no lo dejaba y que tenía cuerda para rato, decidió en enero irse al paro y pasarle los trastos al chaval, corona incluida. Un poco raro ¿verdad?

Por si esto fuera poco, resulta que cuando el hecho se produce se dan cuenta de que en casi 40 años no han tenido tiempo de aprobar la ley orgánica que es imprescindible para regular el evento, simpática muestra de la proverbial improvisación de los hispanos, que ahora corren como manada de elefantes de Bostwana para aprobar en tiempo récord lo que haga falta para que el negocio quede atado y bien atado.

Y todo esto flotando en el empalagoso magma de la más falsa adulación para el que se va, aunque se queda en palacio, y para el que viene, al que continuamente se presenta como el más preparado aspirante al trono en Europa, aunque nadie tiene puñetera idea de lo que sabe o no sabe, mas allá de que estuvo en la academia militar. Todos de acuerdo, solo se discuten los flecos, como si la ceremonia medieval de la coronación debe ser más suntuosa de lo programado, en un país en el que hay que abrir los comedores escolares en verano para que los niños coman. Pero en lo fundamental todos de unanimidad: el aspirante debe acudir vestido de militar, para que así quede evidenciada de donde deriva su pretendida legitimidad.

Digna también de mención la alocada carrera para blindar al monarca saliente y a la reina consorte. Dicen que Zarzuela, o sea ellos mismos, opina que hay que aforarles. Gallardón dice que no es un privilegio, y Posadas que, de no hacerlo, les pueden buscar un follón. Si la teórica finalidad del aforamiento es que quienes desempeñan cargos políticos no se vean coartados en su libertad a la hora de expresar sus opiniones y emitir sus votos en el ejercicio de sus empleos, no parece tener sentido que se blinde a quien cesa en el cargo, salvo que lo que se pretenda realmente sea otra cosa.

En la prensa europea se habla estos días de la inmensa fortuna que ha amasado el dueño del «Bribón» durante su reinado y lo conveniente que sería que explique el método utilizado para conseguirla. Además, ha saltado la noticia de que una asociación dedicada a la tutela de enfermos de alzhéimer ha falsificado el testamento de una anciana para donar tres millones de euros a la Fundación Reina Sofía. ¿No se tratará de poner barreras protectoras para que no haya que dar explicaciones de lo que hay bajo las alfombras y evitar así lo que el presidente de las Cortes llama «follón»?