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Erdogan arrasa en las urnas en unos comicios con baja participación

El primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ganó en primera vuelta las elecciones presidenciales celebradas ayer con un 52,1 % de los votos, según los resultados preliminares. Su rival más cercano, Ekmeleddin Ihsanoglu, obtendría el 38,8 % y Selahattin Demirtas, el 9,2 %, con el 98 % del escrutinio, según el diario «Hürriyet». Demirtas, el candidato de los kurdos, no consiguió arañar votos más allá de su comunidad, de 15 millones de personas.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, es el vencedor en primera vuelta de la elección presidencial, prolongando cinco años su liderazgo a la cabeza del país a pesar de las advertencias de «deriva autoritaria» que han hecho sus detractores.

Erdogan se impuso con un 52,1 % de los votos en los comicios, celebrados por primera vez por sufragio universal directo, lejos de sus dos contrincantes y algunos puntos por debajo de lo augurado por las encuestas.

El candidato de los dos principales partidos de oposición, Ekmeleddin Ihsanoglu, un académico de 70 años, exjefe de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), reunió alrededor del 39% de los sufragios, mientras que Selahattin Demirtas, de la minoría kurda del país, candidato del Partido Democrático Popular (HDP), superó la barrera del 9 % de apoyos.

La victoria es todo un éxito personal para Erdogan, en el poder desde 2003, que se une al padre fundador de la Turquía moderna y laica, Mustafa Kemal Atatürk, en el palmarés de los dirigentes más emblemáticos del país.

Obligado a ceder el sillón de primer ministro en las elecciones legislativas de 2015, Erdogan ya había expresado su deseo de conservar las riendas del país desde la presidencia, un cargo fundamentalmente simbólico hasta ahora.

El primer ministro, que falló en 2013 en su intento de instaurar un régimen presidencial, había dejado claro que utilizaría todos los poderes a su alcance para reformar la Constitución y «presidencializar» el gobierno.

«El presidente elegido y el gobierno elegido trabajarán codo con codo», insistió de nuevo ayer, al depositar su voto en un colegio de la parte asiática de Estambul.

Como se esperaba, Erdogan se impuso tras una campaña marcada por su carisma, por el poder financiero de su partido, Justicia y Desarrollo (AKP), y por su influencia sobre los medios de comunicación del país.

Frente a sus enardecidos discursos, Ihsanoglu solo había conseguido dar una imagen de «abuelo tranquilizador», pero sin destacar. Ayer denunciaba una campaña «injusta y desproporcionada» de su rival.

El candidato de los kurdos, abogado de 41 años de fotogénica sonrisa, no consiguió arañar votos más allá de su comunidad, de 15 millones de personas.

Paradójicamente, el triunfo de Erdogan llega tras unos complicados meses. En junio de 2013, millones de turcos salieron a las calles para denunciar un giro autoritario e islamista del poder. La severa represión de esta revuelta empañó la imagen del gobierno.

En el pasado invierno, salió a la luz un escándalo de corrupción sin precedentes. El primer ministro Erdogan denunció entonces un complot de su ex aliado islamista Fethullah Gülen, procedió a una purga en la Policía y adoptó leyes de control de internet, levantando una nueva ola de críticas.

Numerosas críticas por querer reforzar los poderes del presidente

A pesar de las críticas sin precedentes por su giro autoritario y por los escándalos, Erdogan ya había ganado cómodamente las elecciones locales de marzo. Pero su deso de reforzar los poderes del presidente alimentaron las críticas y las alertas sobre las derivas «autocráticas».

«Por muchos motivos, la principal dificultad para Erdogan no es ganar la presidencial, sino lo que vendrá después», considera Ziya Meral, de la Universidad británica de Cambridge. «Su futuro político depende en gran medida de la forma en que pueda mantener su poder sobre el AKP». GARA