EDITORIALA
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Catalunya avanza al ritmo del clamor social

El anteúltimo paso para que los catalanes ejerzan el derecho a decidir sobre su futuro, sobre si quieren ser ciudadanos de un Estado independiente o no, ya está dado. La firma del decreto de convocatoria de la consulta del 9N por parte de Artur Mas y la consiguiente puesta en marcha de la maquinaria para organizar el referéndum es una realidad que no tiene vuelta atrás. Otra cosa es que el Gobierno español no vaya a facilitar el camino, pero que Madrid intentaría poner palos en las ruedas para evitar que los catalanes decidan era algo desgraciadamente sabido desde que ese país decidió caminar sin tutela. Este ánimo de injerencia antidemocrática española, sin embargo, no ha impedido que el Govern responda al clamor de una mayoría social movilizada, y no lo ha hecho, precisamente, porque el pueblo en marcha ha hecho imposible que reculara.

Entretanto, en las campas de Foronda, alejado en el espacio y el ritmo político, el PNV mostraba su apoyo a la decisión de la Generalitat mientras se aferraba a un improbable modelo de negociación bilateral y abogaba por «un nuevo estatus político» basado en el «acuerdo». Parece ser que los jelkides aún no se han dado cuenta de la notable diferencia entre la relación entre Escocia y Londres y la realidad que enfrentan Catalunya y Euskal Herria. Mientras Gran Bretaña respetó que el pueblo escocés votara sobre si quería emanciparse o no, el Gobierno español se afana en la prohibición de un ejercicio tan democrático como el derecho a decidir.

Tanto en Catalunya como en Euskal Herria existe una masa ciudadana que reivindica el derecho de autodeterminación, y en ese camino Gure Esku Dago acaba de marcar sus líneas de actuación para conseguir que ese derecho se lleve a la práctica. En Catalunya el proceso soberanista ha sido impulsado por la ciudadanía, que ha acabado siendo secundada por el Govern y los partidos políticos. En Euskal Herria las condiciones sociales pueden alcanzar el grado emancipador catalán, lo que hace falta es una clase gobernante que no esté permanentemente empecinada en aplacar cualquier dinámica movilizadora que escape a su control.