EDITORIALA
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Paro juvenil: desafío para la riqueza futura

Euskal Herria registró 15.800 parados menos en el tercer trimestre del año. Con ello, la tasa de paro desciende al 14,8%, todavía por encima de la media de la Unión Europea. Estos datos se convirtieron en motivo de celebración para algunas instituciones y partidos políticos que se felicitaban por esta ligera mejoría. Pero conviene recordar que detrás de esta caída en el número de desempleados se encuentran varios factores que desenmascaran en cierto modo lo positivo de la noticia. La estacionalidad de los contratos realizados en verano o la caída de la población activa derivada del abandono de la búsqueda de empleo y la emigración al extranjero son algunos de ellos.

Otra cuestión que muestran los datos relativos al paro y que, más allá de las palabras en discursos oficiales, no parece tener cabida en las políticas públicas es que el desempleo prácticamente se está cronificando entre la población joven. Un reciente estudio de Gaindegia recoge que uno de cada cuatro jóvenes de entre 15 y 34 años está desempleado. A ello se une que aquellos que logran un contrato se enfrentan cara a cara con la precariedad y la inestabilidad. Contamos con una juventud formada y preparada, con aptitudes para desarrollarse profesionalmente y mucho que ofrecer al futuro de este país. Sin embargo, lo único que se le ofrece son salidas basadas en una contratación barata a cambio de condiciones que distan mucho del principio de bienestar y los derechos más básicos del trabajador.

Ante una juventud condenada a la imposibilidad de emanciparse, de desarrollar un proyecto de vida digno, mirar hacia otro lado sería una irresponsabilidad. Los discursos en pos de incentivar el empleo han de materializarse en políticas concretas. Instituciones, partidos políticos y agentes sindicales y sociales deben ser, junto a la propia juventud, impulsores. Garantizar la riqueza del futuro, personalizada en nuestros jóvenes, es una responsabilidad que no se puede eludir.