EDITORIALA
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Un test «riguroso», pero no muy fiable

El Banco Central Europeo, por boca de su vicepresidente, Vítor Constâncio, se referió ayer a la rigurosidad de la evaluación a la que ha sometido a las principales entidades financieras europeas, lo que, aseguró, garantiza el crédito. Esa supuesta rigurosidad, sin embargo, es más que dudosa, y los resultados de ese test de estrés eran predecibles en su conjunto, toda vez que su objetivo, más que ofrecer una fotografía real de la situación de los bancos europeos, era recuperar credibilidad sin ofrecer a la opinión pública una imagen negativa. El anterior examen de Bruselas a la banca europea, realizado en 2011, fue aprobado incluso por bancos que poco después fueron rescatados. Ahora, el déficit detectado en 25 entidades de las 128 examinadas contribuye a dotarle de una mayor credibilidad. Sin embargo, es dudosa esa rigurosidad desde el momento en que la evaluación corre a cargo de una parte interesada en pos del objetivo mencionado. Es posible que con este resultado logren transmitir tranquilidad a muchos ciudadanos, pero les va a resultar mucho más complicado engañar a ese espectro más decisorio conocido como los mercados.

La banca del Estado español ha aprobado el examen, y con buena nota, según el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, quien aseguró que la crisis financiera ha terminado y ello sitúa a la banca en mejor posición par dar más préstamos. Claro que esa mejor posición no quiere decir que vaya a fluir el crédito. El propio Linde reconoció a continuación que la situación reflejada por el test no supone «ninguna garantía de futuro», y que la concesión de créditos dependerá de otros factores al margen de la solvencia, como la situación económica, el comercio exterior o la política fiscal. Incluso no se descarta algún otro rescate en el futuro.

Cuando hay indicadores como el endeudamiento que se contradicen con la imagen de la situación ofrecida, más que credibilidad demuestran opacidad. Esa evaluación puede ser un instrumento válido para el sistema bancario europeo, pero en ningún caso debería utilizarse como elemento propagandístico que además pretende ocultar o al menos maquillar la realidad.