Gotzon ARANBURU LEGAZPI
C hepatitisa duen gaixoa
C hepatitisa

«Está en manos de los políticos que los afectados sobrevivamos»

Fue diagnosticado hace 25 años en el Hospital de Zumarraga. La enfermedad fue a más y hace seis años recibió un trasplante de hígado, pero la hepatitis C ha vuelto a avanzar y actualmente padece cirrosis. Ha estado tratado con Interferón, medicamento referente hasta hace poco que cura la enfermedad en un 15-20% de los casos. Actualmente se le está negando, como a otros muchos afectados, acceder al Sovaldi, efectivo en el 95% de los casos.

El sábado 10 de enero, a media mañana, un centenar de personas se concentró en la Plaza Circular de Bilbo y durante una hora exhibió pancartas y coreó eslóganes en demanda de medicación adecuada para combatir la hepatitis C. Era la primera convocatoria pública de este colectivo en Euskal Herria, y en el rostro y los gritos de los reunidos se percibía claramente la angustia, también la indignación, ante la dramática situación que atraviesan. Y es que la enfermedad que padecen es muy grave, mortal en no pocas ocasiones, pero resulta que existe un medicamento, llamado Sovaldi, que la cura en un 95% de los casos. La cuestión es que cuesta 25.000 euros y solo un reducido grupo de pacientes vascos ha tenido acceso a él hasta ahora.

La hepatitis C la causa un virus que se trasmite por la sangre y puede cursar sin apenas síntomas, durante años, hasta que en un momento dado el hígado del afectado empieza a dar muestras de mal funcionamiento. Lo que empieza siendo una fibrosis de grado 1 pasa luego a 2, 3 y 4, de no frenarse mediante tratamiento. El siguiente estadio es la cirrosis. Y si no se ataja, son muchas las posibilidades de que se desarrollen nódulos malignos y el enfermo acabe contrayendo cáncer de hígado, difícil de combatir incluso con quimioterapia. En cuanto a las vías de contagio del virus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que «generalmente se trasmite en entornos sanitarios, debido a la reutilización o la esterilización inadecuada de equipo médico, especialmente jeringas y agujas, o al consumir drogas inyectables, mediante el uso compartido de material de inyección».

Hasta hace poco, Interferón era el medicamento de referencia en la lucha contra la hepatitis C. Pero su índice de curaciones no supera el 15-20% «y además conlleva unos efectos secundarios muy negativos. Yo lo estuve tomando, pero me provocaba un continuo malestar e incluso me notaba agresivo. Lo que tuvo que aguantar mi mujer...», indica el legazpiarra Jesús Gine, una de las cabezas visibles del movimiento de afectados vascos.

Jesús fue diagnosticado hace 25 años y comenzó a ser tratado en el Hospital de Zumarraga, pero la enfermedad fue a más y hace seis años recibió un trasplante de hígado. Siguieron cuatro años tranquilos, pero hace dos los médicos comprobaron que la hepatitis había atacado al nuevo órgano; en este momento es ya cirrosis avanzada lo que padece.

La palabra «Sovaldi» la oyó Jesús por primera vez hace justo un año, en boca de sus médicos del hospital de Cruces. «En un par de meses ya lo estarás tomando» le dijeron los médicos, convencidos como estaban de que el legazpiarra sería uno de los beneficiados, dado el estado de su hígado. Sin embargo, en las posteriores cinco visitas al hospital vizcaíno la respuesta se ha repetido: «No ha llegado todavía». Jesús se desespera al contarlo, consciente como es de que cada día de retraso corre en su contra. Más suerte ha tenido un joven conocido suyo, también de Legazpi, que tras tomar el Sovaldi -nombre comercial del fármaco sofosbuvir- ha visto cómo las analíticas arrojan ya el resultado soñado; el virus ha sido prácticamente derrotado. El sofosbuvir inhibe la replicación del virus de la hepatitis C y bloquea la enzima de la polimerosa, que es indispensable para que el virus se replique, con lo cual este muere.

Jesús está atravesando el peor periodo de su vida. Además de la impotencia que siente por no recibir el Sovaldi, está a punto de conocer el resultado de los análisis realizados para saber si ha contraído cáncer de médula ósea. Es un hombre luchador, que no baja la cabeza y participa en todas las movilizaciones convocadas por las plataformas de afectados que se han montado, tanto a nivel vasco como estatal.

Hace unos días participó en la marcha a la Moncloa, convocada para hacer llegar las reivindicaciones de estos enfermos directamente a manos del presidente del Gobierno español, y también en el encierro en el Hospital Doce de Octubre. Atiende a prensa y televisión, siempre con el objetivo de reivindicar «ahora mismo, no cuando ya sea tarde» la administración del Sovaldi a los enfermos de hepatitis C. Lo mismo que exige la treintena de afectados navarros que se ha encerrado en el Complejo Hospitalario de Iruñea y no se fían de las palabras del portavoz del Gobierno de Nafarroa, Juan Luis Sánchez de Muniain, en el sentido de «se puede asegurar con toda garantía que a todo el que precise el tratamiento por prescripción facultativa se le administra siempre de forma gratuita, a nadie se le niega por motivos económicos».

25.000 euros

Es llamativa la cuestión del precio del Sovaldi. En Túnez y Egipto, por ejemplo, no supera los mil euros, mientras que en el Estado español cuesta en este momento en torno a 25.000 euros. Más caro aún es en el Estado francés o Alemania. En Estados Unidos alcanza el equivalente a 60.000 euros. ¿A qué se debe esta diferencia de precio? Un misterio. Lo cierto es que la patente es propiedad del laboratorio norteamericano Gilead, que hasta ahora ha resistido sin inmutarse todas las presiones ejercidas desde gobiernos europeos, encabezados por el francés, para que baje el precio del tratamiento, administrado a razón de una pastilla diaria durante tres o seis meses.

Las cifras que se mueven en torno a este fármaco resultan mareantes. Gilead no es realmente el descubridor del medicamento, sino que compró la empresa que lo creó, Pharmasset, por 8.000 millones de euros. Según el diputado galo Gérard Bapt, uno de los impulsores de la iniciativa del Consejo de Sanidad europeo, en el primer trimestre de 2014 Gilead ya registró una cifra de negocio de 1.100 millones de euros con Sovaldi. La OMS calcula que los afectados en el planeta ascienden a 130-150 millones, y que cada año fallecen por hepatitis C entre 350.000 y 500.000 personas. Centrándonos en Europa, su distribución es irregular: el norte del continente presenta el porcentaje de casos de hepatitis C comunicados más bajo del mundo -no supera el 0,1%-1% de la población-, mientras que el este se encuentra entre los más afectados, con hasta el 6% de la población.

Ajeno a porcentajes y estadísticas, Jesús señala que «yo solo sé que he pagado mis impuestos toda la vida y que se supone que tenemos sanidad pública. Necesito el Sovaldi, y lo necesito ya. Está en manos de los políticos que los afectados recibamos el fármaco y sobrevivamos», y lo hace con la misma contundencia con que se lo ha dicho, a la cara, a un alto cargo del departamento de Sanidad del Gobierno de Lakua que lo ha visitado en su domicilio tras conocer su caso en los medios de comunicación. La pelota está, sin duda, en el tejado de la Administración. En el caso de Euskal Herria, cerca de 1.200 afectados esperan con el corazón en un puño.

El encierro sigue en Iruñea para exigir el nuevo antiviral

El encierro de enfermos en el hospital de Iruñea sigue para exigir que se comience a tratar a los enfermos con los nuevos antivirales. Por el momento, solo 30 personas en Nafarroa están recibiendo el ansiado sofosubir. Según explicaba el jefe de Hepatología (que no responde a los requerimientos de este medio para una entrevista), se trata de aquellos que necesitan del tratamiento de forma «imperiosa». Mientras tanto, la lucha del resto de afectados por el virus se mantiene firme, pese a los desalojos sufridos por orden del Gobierno navarro. Los enfermos, que ayer continuaban con su dinámica de reuniones y recogidas de firmas, se han hecho fuertes en los locales de los sindicatos de Salud. Atrincherados allí, la consejera Marta Vera no puede enviar a por ellos a los uniformados. En este sentido, ayer el sindicato LAB emitió una nota de denuncia del «acoso policial» al que ha sometido UPN a los enfermos.

Según relataba ayer el presidente de Atehna, la asociación de transplantados por la hepatitis, a los policías se les ha visto forzados en el desalojo. «Nosotros nos oponemos, obviamente, de forma pasiva. Y ellos no nos hacen daño, no quieren. Saben que vamos a volver a entrar. Nosotros no somos más que enfermos de hepatitis C y la gente sabe que pedimos cosas razonables», explicaba Antonio García.

Este portavoz de los encerrados tenía ayer buen ánimo y confiaba en un fin de semana tranquilo, porque en el hospital hay menos trajín. Además, la consejera les ha llamado a otra reunión, para presentarles otro plan de tratamiento, ya que el que les mostró días atrás estaba «incompleto», según el criterio de los enfermos y las asociaciones. «Nosotros tenemos muy buena disposición. Está clarísimo lo que buscamos. Analizaremos lo que nos manden, para completar pautas para los genotipos y a las personas que están en lista de espera», explicaba. En realidad, todo es bastante sencillo, según contaba. «Este encierro solo se va a acabar cuando haya un acuerdo y este se plasme de manera oficial», zanjó. En cuanto a qué es lo que debe plasmarse, García dice que tan solo se pautarán tratamientos conforme a los criterios de la Asociación Española para el Estudio del Hígado, máxima autoridad en la materia. A.I.