EDITORIALA
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Un parche que no cura las heridas de Nafarroa

El conflicto sobre el IVA de Volkswagen y el acuerdo alcanzado por el Gobierno de Nafarroa con el Ministerio español de Hacienda, presentado triunfalmente por Yolanda Barcina, siguen siendo un misterio. Así se deduce de la comparecencia de la presidenta navarra ayer en el Parlamento, ya que aunque sacó pecho al plasmar como gran logro un acuerdo que se supone perdona a Nafarroa la deuda millonaria por el cobro irregular del IVA por parte del Ejecutivo de UPN, el asunto presenta más oscuros que claros. Dado el historial que precede a este último capítulo adornado con la firma de un acuerdo, resulta difícil eliminar cualquier suspicacia y confiar en que no se trate de un arma de doble filo que pueda volver a poner en riesgo la viabilidad del territorio, castigado por la nefasta gestión de un régimen corrupto.

El tono triunfalista con el que UPN exhibe el acuerdo resulta cuanto menos indignante. En primer lugar porque hace falta mucho valor y muy poca vergüenza para mostrarse como salvador de un gran agujero que el propio Ejecutivo ha cavado a base de irregularidades. Chirría también en los oídos de la ciudadanía navarra, que sufre en propia carne las consecuencias de una gestión en la que el de Volkswagen solo es uno de los escándalos de una larga lista. Aunque Barcina pretende hacer creer que el acuerdo demuestra el buen funcionamiento del pacto entre Madrid y la Comunidad Foral, lo que deja a las claras es que Nafarroa sigue sin ser dueña de todas sus facultades para poder decidir sobre su presente y su futuro. Si lo fuera, seguramente no seguiría bajo las garras de un régimen que tiene como signos de identidad la corrupción y el déficit de democracia.

Así pues, la prudencia y la experiencia llevan mantener el recelo sobre un contrato del que no se conoce la letra pequeña y que corre el riesgo de convertirse en una pesada losa para el próximo Gobierno. El hecho de que, aparentemente, Madrid haya echado el freno no garantiza que no vuelva a pisar el acelerador en una comunidad con necesidad y ansias cambio. El reto sigue presente: desmontar las bases de un gigante que se tambalea para construir una Nafarroa justa y dueña de su futuro.