GARA
GINEBRA
INFORME DEL IPCC

La ONU urge a cambiar el uso de la tierra por ser esencial para el clima

El planeta necesita cambiar urgentemente la manera de usar y cultivar sus tierras para garantizar a la vez la seguridad alimentaria de sus habitantes y luchar contra el cambio climático, según advirtieron los expertos de la ONU sobre el clima, que ayer presentaron su informe sobre los lazos entre el calentamiento global y los usos del suelo.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) pide acciones «a corto plazo» contra la degradación de las tierras, el desperdicio de alimentos o las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agrícola, en un informe publicado ayer en Ginebra.

Las delegaciones de los 195 Estados miembros del IPCC examinaron durante cinco días el informe “El cambio climático, la desertificación, la degradación de los suelos, la gestión sostenible de las tierras, la seguridad alimentaria y los flujos de gases de efecto invernadero”. El mismo estudia cómo el cambio climático afecta a las tierras que se usan para el cultivo, para la ganadería o para los bosques, así como a la seguridad alimentaria, a las prácticas agrícolas y al modo en que la deforestación modifica el clima. El texto, de 1.200 páginas negociadas línea por línea por las delegaciones, fue hecho público en una rueda de prensa en Ginebra.

«Actuar de inmediato»

La conclusión principal es que «nuestro uso de las tierras no es sostenible y contribuye al cambio climático», según indicó la copresidenta del IPCC, Valérie Masson-Delmotte. El informe «pone el acento en la importancia de actuar de inmediato».

«Las tierras están bajo la presión creciente de las actividades humanas y el cambio climático es una presión suplementaria», indicó la climatóloga francesa.

Según el informe, ya no queda tiempo porque el calentamiento de las tierras emergidas alcanzó 1,53°C, el doble del aumento global de la temperatura (incluyendo los océanos). «A partir de 2°C de calentamiento global podríamos encontrarnos con crisis alimentarias de origen climático más severas y más numerosas», advirtió uno de los autores del informe, Jean-François Soussana, por vía telefónica.

El margen de maniobra es muy pequeño si se quiere limitar el cambio climático y sus efectos en las tierras y, al mismo tiempo, alimentar correctamente a una población mundial que al final de este siglo podría superar los 11.000 millones de personas. «Tenemos que cambiar sustancialmente cómo utilizamos nuestras tierras», dijo Piers Forster, profesor de la Universidad de Leeds: «Tenemos que pensar de manera mucho más exhaustiva cómo utilizaremos cada hectárea. Las tierras tienen que permitir cultivar nuestra comida, proporcionar biodiversidad y agua dulce, dar trabajo a miles de millones de personas y capturar millones de toneladas de carbono».

El IPCC elaboró distintas hipótesis para lograr el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C, o a menos de 2°C, en relación a la época preindustrial. Estas hipótesis incluyen el cambio del uso de las tierras, la reforestación y las bionenergías, entre otras medidas.

Efectos secundarios

Sin embargo, el propio informe advierte de que la reconversión del uso de las tierras (reforestación para capturar CO2, campos dedicados a las bioenergías...) podría tener «efectos secundarios indeseables», tales como la desertificación o la degradación del suelo.

Elegir bien qué hacemos con la tierra «es fundamental para enfrentarse a la crisis climática», indica WWF.

 

El 25% de la comida hoy se desperdicia

Cambiar las políticas agrarias europeas y reducir la producción alimentaria industrial son algunas de las medidas «importantes y urgentes» que han pedido algunas ONG ante los datos publicados en el informe del IPCC sobre deforestación y modelos alimentarios: «Lo recomendable es cambiar las políticas globales, en nuestros caso en Europa y en España, que están en proceso de reforma de la política agraria común, que es la de mayor presupuesto de la UE y que condiciona cómo un agricultor o ganadero gestiona su finca», declaró Celsa Peiteado, portavoz de Política Agraria y Desarrollo Rural de WWF.

Europa «tendría que apoyar con dinero público a los ganaderos y agricultores que apuestan por modelos sostenibles y dejar de dar subsidios a aquellos que contaminan», añade. Dicha ONG apoya un cambio que parte del modelo de ayudas de las administraciones públicas, así como de la aplicación de «una reforma fiscal que penalice a quien contamina y desgrave a quien es respetuoso con la naturaleza».

Peiteado destaca la importancia del informe, que «apoya la necesidad de una PAC ambientalmente sostenible». También apoya las recomendaciones de la ONU y señala que lo ideal es «disminuir la carne, leche y huevos en la dieta diaria, así como fomentar una alimentación basada en la ganadería sostenible. Esto tiene relación con aspectos del bienestar animal», manifestó. Asimismo, denunció el malgasto de alimentos en los hogares europeos, que alcanza cada año los 1.300 millones de toneladas de comida, un tercio de la producción total, según la FAO: «Si tiras la comida, también tiras el agua y la energía que se ha utilizado para producirla. Es un contrasentido teniendo en cuenta la gran cantidad de personas que sufren desnutrición en el mundo».

El responsable de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra, Andrés Muñoz, dice que «los países del norte, es decir América del Norte y Europa, tienen que reducir de modo drástico su producción industrial y apostar por dietas saludales, con vegetales y cereales. El modelo de ganadería industrial que se ha impuesto para producir grandes cantidades de carne es insostenible, y el impacto en la salud y medioambiental es gravísimo». Los efectos «se ven en la Amazonia de Brasil o en la producción industrial de aceite de palma y soja que se lleva a cabo para dar de comer a los animales de manera industrial».

SEO/BirdLife llama a «reducir la huella ambiental de la producción, comercialización y consumo de alimentos, mediante métodos más respetuosos con la naturaleza, como favorecer la retención de materia orgánica en el suelo».GARA

 

«Producir grandes cantidades de carne es insostenible»

Para el IPCC, además de reducir los gases de efecto invernadero, también hay que cambiar los hábitos de consumo. Actualmente, «entre el 25 y el 30% de la producción total de comida se desperdicia», según indica el informe. Simultáneamente, unos 820 millones de personas en el mundo siguen pasando hambre. Si en las regiones más pobres las proteínas animales son a veces insuficientes, en los países industrializados se consumen en exceso y hay 2.000 millones de adultos con sobrepeso o obesos. Por eso «hay que eliminar el desperdicio de alimentos y reducir el consumo de carne», apunta la ONG Climate Action Network.

Este despilfarro de productos alimenticios se debe tanto a problemas de planificación en el cultivo, cosecha y distribución, algo habitual en países empobrecidos por lo inadecuado de sus infraestructuras, pero también a la mala organización en el extremo del consumidor de los países con más recursos. Ejemplos de esto son «etiquetados demasiado confusos, en los que al leer ‘consumir preferentemente antes de’, la gente tira el alimento, o raciones demasiado grandes en restaurantes», explicó la científica española Marta Rivera.

Este informe es el segundo de una serie de tres. El primero analizó si es posible contener el calentamiento en el límite de los 1,5°C. El tercero tratará sobre los océanos y la criósfera (glaciares, permafrost...).GARA