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Ur mara, otra forma de saborear el arte

El museo Ur mara es un espacio surgido de la creatividad y del respeto a la naturaleza. Situado en Alkiza e inspirado en una experiencia que Koldobika Jauregi observó en Alemania, no es un museo al uso. «Arte, naturaleza, etnografía y pensamiento crítico» son su esencia.

Ur Mara.
Ur Mara.

El arte, en su versión más salvaje, se manifiesta en el paisaje de Ur Mara: en las faldas del monte Ernio, robles, hayas y fresnos se erigen junto a la treintena de esculturas de gran tamaño creadas por Koldobika Jauregi, posadas sobre una alfombra de helechos y musgo. Se recomienda vestir calzado de montaña para visitar este insólito museo. «Mucha gente que acude no tiene vínculos con el arte, sino con la naturaleza», apunta a menudo el artista, y añade: «Ur Mara es naturaleza, donde además hay arte y se hacen talleres».

Las semillas del museo empezaron a brotar en Alemania. Jauregi estuvo durante seis años en el Insel Hombroich Museum, en Dusseldorf, gracias a la Beca Zabalaga, única concedida por Eduardo Chillida. Fruto de esa y otras experiencias, creó hace años Ur Mara. A día de hoy (en una situación normal, sin pandemia), recibe alrededor de mil visitas anuales.

Ur Mara es, sin duda, un sitio para saborearlo despacio. «Cuando visitamos un museo, queremos verlo todo y corremos de un lado a otro consumiendo las imagenes», dice Jauregi, quien reclama la contemplación calmada de las obras, ya que, según él, «en la prisa y la rapidez se pierden muchas cosas».

Precisamente, esa premisa queda reflejada e la carta de prsentación de su portal digital: «El museo Ur mara es un museo de autor; no solo alberga el trabajo de Koldobika Jauregi, sino que se ha desarrollado como una prolongación de sus inquietudes: la ecología, la etnografía, la naturaleza, la filosofía, la poesía, creando una plataforma de educación, conocimiento y diálogo que favorece la experimentación y la libertad. Ur mara constituye una caja de resonancia de la diversidad de lenguajes artísticos y sus distintos procesos».

En el museo se realizan actividades diversas y talleres relacionados con la etnografía. Enseñan, por ejemplo, cómo eran los procesos preindustriales de trabajar el carbón. Además, es el único lugar donde se explica todo el proceso de la transformación de las plantas a papel, que está cobrando protagonismo en el museo, porque consigue confluir el arte y la naturaleza. El proyecto consiste en dar a conocer el proceso de la fabricación artesanal del papel y la importancia del mismo en la creación artística; el papel, como vehículo de cultura a través de los siglos.

Con ese fin, en la huerta cultivan plantas que tradicionalmente se han utilizado para la fabricación de papel, aunque no dejan de experimentar buscando otras especies y otros medios artísticos.

Arte negutegia

Arte neeutegia. Así es como se llama otro de los espacios que alberga el museo de Alkiza. Se trata de una cubierta de invernadero de cien metros cuadrados donde se realizan exposiciones, conciertos, talleres y diversas actividades.

Otro de los espacios que convierten Ur Mara en un lugar especial y diferente que invita a saborear el arte de forma original es el espacio Thoreau, nombre elegido en honor al naturalista y filosofo Henry David Thoureau (Concord, Massachusetts, 1817-1862), quien escribió ‘Walden’ tras habitar durante dos años en una cabaña en el bosque. Actualmente, este curioso espacio está ligado al proyecto ‘Hitzaren babesa’, refugio de la palabra dedicado a la poesía y el pensamiento libre.

Y ahí está también el bosque, un bosque autóctono que entre hayas, robles, fresnos, castaños y abedules acoge esculturas e instalaciones de gran formato, un auditorio natural y varias huellas etnográficas, entre ellas una antigua calera. Destacan los tonos grisáceos y negros del mármol procedente de Lastur y Markina. Ahí están ‘Kantu ixila’, ‘Barna kanta’, ‘Arnasaren bidea’ y ‘Baserriaren barruko arbola’.

Se trata, en definitiva, de un espacio experimental y colaborativo donde se entralazan el arte, la naturaleza y el ser 
humano. Un museo estratégicamente integrado en un paisaje natural que desde que surgió ha impulado proyectos tan interesantes como Sormenaren Kabia.