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¿Hay que temer a la inflación que sacude la economía mundial?

Las facturas de la calefacción se disparan mientras que el combustible y los alimentos pesan cada vez más en el presupuesto de los hogares. El retorno de una inflación elevada complica la ecuación de la salida de la crisis provocada por la pandemia de covid.

Un puesto de verduras del mercado de Walthamstow, en el este de Londres. (Tolga AKMEN/AFP)
Un puesto de verduras del mercado de Walthamstow, en el este de Londres. (Tolga AKMEN/AFP)

En este análisis de la agencia France-Presse (AFP) se repasan algunas de las causas que están empujando al alza a los índices de precios de consumo en gran parte de las economías estatales más desarrolladas, así como sus temidas consecuencias.

¿Qué dicen las cifras?

En los últimos meses, se miren por donde se miren, se han vuelto locas.

En Estados Unidos, los precios de consumo han sufrido un incremento del 5% interanual en octubre, el más alto registrado desde 1990 –¡hace más de 30 años!–, según el índice PCE publicado el miércoles.

La eurozona ha registrado un aumento del 4,1%, el más alto en 13 años, y Gran Bretaña ha visto crecer los precios un 4,2%, el nivel más elevado desde noviembre de 2011.

En estos tres casos, la inflación está muy por encima de las líneas rojas por los bancos centrales, en torno al 2%.

En otras grandes economías la inflación también causa estragos: Sudáfrica registró un 5% en octubre, Brasil un 10,67% y Rusia un 8,1% –en ésta, récord de los últimos cinco años–.

Y detrás de las cifras está la realidad del día a día: la factura de la calefacción por las nubes, llenar el depósito del coche es cada vez más difícil, y también sube el coste de la carne y otros alimentos básicos.

En Estados Unidos, el sector agroalimentario ha reducido el peso de los artículos que venden en supermercados para camuflar el encarecimiento; es decir, por el mismo precio se ofrece menos cantidad. Y algunos restaurantes confesaron a un periodista de AFP haber retirado de sus cartas ciertos productos como el agua con gas o las croquetas de cangrejo, cuyo precio se ha vuelto prohibitivo.

¿A qué obedece este crecimiento?

Tras un 2020 de glaciación económica debido al covid-19, el repunte del consumo de los hogares y la reconstitución de los stocks de las empresas han hecho explotar la demanda, mientras que la oferta no ha podido seguir ese ritmo.

Esto ha inflado los precios de numerosas materias primas, especialmente los del petróleo, pero también los del cobre o la madera.

Paralelamente, el sector tecnológico ha sufrido una escasez de ciertos chips semiconductores, esenciales en sectores como la telefonía o el automóvil.

A ello se ha sumado la congestión de las rutas del comercio mundial, con numerosos puertos bloqueados ante la falta de mano de obra suficiente para cargar y descargar los buques portacontenedores, lo que también ha hecho aumentar hasta niveles récord los precios de los fletes, sobre todo los que parten de Asia, donde se encuentran las principales fábricas del mundo.

¿Es un fenómeno realmente transitorio?

Los meses van pasando y los bancos centrales se aferran al argumento de que se trata de factores coyunturales que deberían desaparecer una vez pasados los efectos de la comparación automática con 2020 y los problemas de aprovisionamiento.

«Ahora es evidente que este proceso va a tomar más tiempo del anticipado y que la progresión de la inflación probablemente se agravará antes de mejorar», han advertido en una nota los analistas de Goldman Sachs, que auguran el inicio de una normalización a mitad del año próximo.

Señal de que el problema se ha instalado en el paisaje, la palabra ‘inflation’ lleva semanas entre las más buscadas en Google en Europa y Estados Unidos, según recoge Google Trends.

Por otro lado, uno de los principales temores es que el sentimiento de inflación persistente se traduzca en demandas generalizadas de aumentos salariales y que las empresas lo repercutan en sus precios, desencadenando una espiral difícilmente controlable.

En Estados Unidos, «podemos esperar que las empresas aumenten los salarios que van a ofrecer a la mano de obra que quieren contratar a corto plazo», señala a AFP Jaboc Kirkegaard, investigador del Peterson Institute (PIIE) de Washington.

La fragilidad del mercado de trabajo, vinculada a las jubilaciones y a los puestos vacantes, y los beneficios elevados de las compañías deberían, según él, amplificar este movimiento.

¿Por qué es terreno minado?

Tradicionalmente, los bancos centrales incrementan sus tasas de interés para compensar el aumento de precios, pero esto puede ralentizar el crecimiento económico.

Un año después de una crisis mundial histórica, es difícil para estas instituciones tomar el riesgo de estropear la frágil recuperación iniciada este año, especialmente porque ya muestra señales de debilitamiento.

No obstante, algunos bancos centrales de países emergentes ya han dado este paso y han aumentado sus tasas de interés presionados por la inflación, como ha ocurrido en México, Brasil y Rusia.

Mientras, bajo la presión de un Joe Biden deseoso de preservar el poder adquisitivo de los hogares, el presidente de la Reserva Federal de EEUU, Jerome Powell, indicó en su discurso de reelección, el pasado lunes, que actuará para que la inflación «no arraigue».