Paula Bayarte/EFE

Desesperación entre los pescadores por el desastre del vertido de petróleo de Repsol en Perú

Desesperación y rabia son las sensaciones predominantes entre los pescadores de Perú a causa del gran desastre ambiental provocado por el vertido de petróleo generado por una refinería de Repsol al norte de Lima.

Trabajos de limpieza en la zona de Callao por el vertido de petróleo de una refinería de Repsol.
Trabajos de limpieza en la zona de Callao por el vertido de petróleo de una refinería de Repsol. (Cris BOURONCLE/AFP)

Cada mañana, durante cientos de años, el pueblo pesquero de Ancón se ha llenado de embarcaciones, redes y peces, pero ahora solo luce la desesperación y el enfado de los pescadores, que casi lo han perdido todo tras el gran desastre ambiental causado por el vertido de petróleo de una refinería de Repsol en el norte de Lima.

Las aguas del Pacífico fueron contaminadas el 15 de enero por un derrame en la refinería La Pampilla y desde entonces, parte del litoral peruano vive un desastre ambiental que afecta tanto a la biodiversidad como a sectores económicos como la pesca artesanal.

«El impacto del derrame es la desolación», lamenta el presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales de Ancón (Apescaa), Gregorio Pacheco, mientras muestra el muelle vacío y a los pescadores parados, que ahora necesitan «todo tipo de ayudas».

Ancón es un tradicional destino turístico situado a 40 kilómetros al norte de Lima, que recibe a miles de personas entre enero y marzo, los meses del verano, para disfrutar de la playa, paseos en barco o comer platos como el reconocido ceviche peruano.

Sin embargo, en los últimos días esta localidad vive en la desesperación, ya que el mar, su fuente de sustento, ha sido contaminado por el derrame de crudo.

«Lamentablemente está todo lleno de petróleo, las embarcaciones no pueden salir a pescar, el sustento diario que llevan a casa los compañeros ya no está y su familia ¿qué come?, ¿de qué vive?, si se enferma, ¿qué hace?, ¿cómo lo paga? Queremos ayuda», señala, entre lágrimas, Jorge Quino, uno de los pescadores en Ancón.

En el muelle del pueblo marítimo, que ahora no huele a pescado, se respira una alta crispación entre cientos de pescadores y trabajadores que llevan diez días sin faenar y se reúnen para organizarse, esperar visitas oficiales y mostrar su indignación.

La bahía de Ancón es punto de desove de millones de peces y con el vertido, estas pequeñas crías o huevos han desaparecido, lo que empeora las proyecciones de los pescadores también a largo plazo.

«¿Qué vamos a tener para el futuro de nuestros hijos? No vamos a tener nada», remarca Pacheco mientras muestra cabos y cuerdas manchadas de crudo.

Toda una cadena afectada

No solo los pescadores se han visto afectados directamente por el vertido, ya que en localidades como Ancón muchas familias viven de lo que da el mar: cevicheras, conductores de mototaxi, fabricantes de hielo y camareros permanecen sin trabajo desde hace días.

«Este lunes facturamos 52 soles (13 euros) y tengo seis empleadas. Esto es la quiebra total», se lamenta Vilma, vecina de Ancón y propietaria de un restaurante en el paseo marítimo.

El ceviche, el plato nacional peruano, es uno de los reclamos turísticos del pueblo y ahora los 16 locales del muelle que se especializan en servirlo permanecen cerrados y frente a ellos resisten las mujeres que los regentan.

«La gente viene aquí para comer ceviche y ya nadie llega por el miedo a que el pescado esté contaminado. Nosotras vivimos prácticamente de los tres meses de verano y la gente no creo que vuelva a Ancón, porque tiene miedo a consumir nuestro pescado», explica la cevichera Cristina González.

Este gremio, como muchos otros, tendrá que reinventarse en los próximos meses para ganar su sustento, y las cevicheras ya están explorando opciones para cambiar los tradicionales peces capturados en aguas próximas por los de pesca de altura.

Repsol promete ayudas...

Repsol ha asegurado a través de un comunicado que colabora estrechamente con la sociedad civil y las autoridades peruanas para llegar a acuerdos y asistir a los afectados, además de completar las labores de limpieza de las playas a finales de febrero.

La petrolera afirma que está «en continuo contacto con las comunidades afectadas» por el vertido «para comprender sus necesidades y darles el soporte que necesiten» y que se sumarán otras propuestas «que contribuyan a llevar a cabo acuerdos de largo plazo».

Un portavoz de la empresa agrega que en Repsol son «plenamente conscientes» de su responsabilidad y están dispuestos a otorgar «toda la ayuda que pescadores y comerciantes necesitan».

…«pero eso no se ve»

En ese sentido, el alcalde de Ancon, Pedro John Barrera, asegura que «hasta ahora la empresa ha demostrado que quiere ayudar, pero en la práctica eso no se ve».

«Están preocupados con el tema de la limpieza, que está bien, pero tienen que enfocarse también en el tema social, hablamos de cerca de 2.000 personas afectadas», remarca.

Mientras tanto, la crispación que reinaba en el muelle deja paso a la resignación cuando se forma una larga fila de afectados que buscan apuntarse a una lista que repartirá comida y ayudas en un futuro que aún se aprecia incierto.

Impiden la salida de directivos

Las responsabilidades de Repsol no solo son de tipo ambiental y económico, ya que también tienen una vertiente judicial. Así, un juez peruano ha ordenado impedir la salida de Perú durante 18 meses a cuatro directivos de la refinería La Pampilla, entre ellos el director ejecutivo de Repsol en el país, Jaime Fernández-Cuesta, como parte de la investigación que se sigue por su presunta responsabilidad en un delito de contaminación ambiental.

La decisión ha sido anunciada por el juez Romualdo Aguedo y afecta también al jefe del Terminal Marítimo 2 de La Pampilla, Renzo Tejada Mackenzie, y los gerentes de Repsol en Perú para Calidad de Medio Ambiente, Cecilia Posadas Jhong; y para Producción, José Reyes Ruiz.

El magistrado, del Juzgado de Investigación Preparatoria Transitorio de la Corte de Puente Piedra-Ventanilla, ha aceptado una petición que hizo la Fiscalía y que ha sido acatada por los cuatro directivos de Repsol, cuyos abogados han defendido que han colaborado con la Justicia y no tenían intención de salir del país.

Unos 18.000 metros cuadrados de playa han sido afectados por el vertido de petróleo de al menos 6.000 barriles, una situación que, según ha asegurado Repsol, ha sido causada por un «fenómeno marítimo imprevisible» a raíz de la erupción el pasado 15 de enero de un volcán en una isla de Tonga.

Entre los distritos de la capital peruana afectados están Ventanilla, Santa Rosa y Ancón, aunque el crudo también ha llegado hasta el mar de Chancay, distrito situado en la provincia de Huaral.

El Gobierno peruano ha decretado la emergencia ambiental durante un plazo de 90 días, una medida con la que las autoridades esperan facilitar los trabajos de recuperación y limpieza para mitigar la contaminación, así como para proteger la salud de la población.