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La ONU achaca el retroceso económico a las subidas de los tipos de interés y la política fiscal

La Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha presentado un análisis completo de las consecuencias que tendrá el ajuste de las políticas monetaria y fiscal para controlar la inflación, el riesgo de que esto lleve a una recesión mundial y su impacto sobre la deuda externa.

Vendedora de un mercado indio durante la pandemia.
Vendedora de un mercado indio durante la pandemia. (ONU)

El último informe da la UNCTAD advierte sobre las políticas fiscales de las grandes economías y la repercusión que estas están teniendo a nivel global. «Las subidas de los tipos de interés y el endurecimiento de la política fiscal en las economías avanzadas, junto con las crisis en cadena derivadas de la pandemia del covid-19 y la guerra en Ucrania, ya han convertido la desaceleración mundial en un retroceso, y el deseado aterrizaje suave parece improbable».

El documento es tajante con respecto a las políticas monetarias de las principales potencias: «Las medidas de política monetaria y fiscal en las economías avanzadas amenazan con poner freno al crecimiento de la economía mundial y prolongar su estancamiento, causando un daño aún peor que la crisis financiera de 2008 y la pandemia en 2020».

De hecho, remarca que durante la última década «los bancos centrales no lograron ni alcanzar sus metas de inflación ni generar un crecimiento económico robusto». En ese sentido, advierte de que «en una coyuntura de caída de los salarios reales, de ajuste fiscal, de turbulencias financieras y de insuficiente apoyo y coordinación multilateral, un endurecimiento monetario excesivo podría dar paso a un periodo de estancamiento e inestabilidad económica».

Tampoco augura un futuro benévolo. «Se estima que las subidas de los tipos de interés de este año en los Estados Unidos van a recortar 360 mil millones de dólares de los ingresos futuros de los países en desarrollo (excluyendo China), y son una señal de que se avecinan aún más problemas».

A tiempo

A pesar de ello, la secretaria general de la UNCTAD, Rebeca Grynspan, considera que «aún hay tiempo para retroceder del borde de la recesión». Asegura que «es una cuestión de opciones políticas y de voluntad política», ya que «tenemos las herramientas para contener la inflación».

La UNCTAD estima un crecimiento de la economía mundial del 2,5% en 2022. Las perspectivas empeoran, ya que se prevé que el crecimiento en 2023 se desacelere aún más, hasta el 2,2%. Esto representaría una pérdida acumulada de más de 17 billones de dólares, cerca del 20% del producto mundial.

Esa «desaceleración» es «sincronizada» en todas las regiones, pero, a juicio de la ONU, «hace saltar las alarmas en los países en desarrollo», donde se prevé que la tasa media de crecimiento caiga por debajo del 3%. «Tal caída exprimirá aún más las finanzas públicas y privadas y perjudicará las perspectivas de empleo».

El informe señala que los países que ya mostraban signos de problemas de deuda antes de la pandemia enfrentan situaciones «extremadamente delicadas». Entre ellos destaca Sri Lanka, Surinam y Zambia. También hace referencia a un país como Pakistán donde los choques climáticos amenazan la estabilidad económica.

Al mismo tiempo, advierte que los flujos netos de capital hacia los países en desarrollo se han vuelto negativos desde el último trimestre de 2021. «En términos netos, los países en desarrollo están ahora financiando a los desarrollados». Del mismo modo, aprecia que unos 90 países en desarrollo han visto debilitarse sus monedas frente al dólar este año, más de un tercio de ellos en más de un 10%; las reservas de divisas están cayendo, y los diferenciales en los rendimientos de los bonos se están ampliando.

La ONU concluye que la situación de los países en desarrollo es «mucho más frágil» de lo que admite en el G20 y que «los discursos sobre una red de seguridad financiera mundial están cada vez más alejados de la realidad». Calcula que los países en desarrollo ya han gastado este año 379.000 millones de dólares de sus reservas para defender sus monedas.

Energía, alimentos y áreas vitales

Así, pide que se aumente la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que se haga un uso mayor, más permanente y justo de los Derechos Especiales de Giro (DEG) que les ha asignado recientemente el Fondo Monetario Internacional, que se establezcan mecanismos de cobertura frente a la volatilidad de los tipos de cambio y que se aproveche más el capital multilateral para apoyar a los países en desarrollo con programas sociales integrales. Igualmente, considera «prioritario» avanzar en un marco jurídico multilateral para gestionar la reestructuración de la deuda.

En estas circunstancias, según el informe, «volver a las recetas de los años 70 o a décadas posteriores, caracterizadas por las políticas de austeridad para responder a los retos actuales, es una apuesta peligrosa». «El verdadero problema al que se enfrentan los responsables políticos no es una crisis de inflación causada por un exceso de dinero que persigue muy pocos bienes, sino una crisis de distribución con demasiadas empresas que pagan dividendos demasiado elevados, demasiadas personas que luchan de cheque en cheque y demasiados gobiernos que sobreviven de pago en pago de bonos», declara Richard Kozul-Wright, director del equipo encargado del informe, que reclama que se corrija el rumbo y se adopten medidas políticas dirigidas directamente a las subidas de los precios de la energía, los alimentos y otras áreas vitales.