
El nombre de Verdeliss habrá aparecido inevitablemente estos últimos años en la ruta de navegación de cualquier usuario de Instagram, sobre todo. Los aficionados al deporte, o directamente a la aventura, lo habrán descubierto estos últimos días. Y es que Estefanía Unzu Ripoll, atleta popular además de empresaria, influencer o madre de ocho hijos e hijas, ha completado siete maratones en siete días, algo asombroso cuando además los ha corrido en diferentes partes del mundo, de la Antártida a Miami, intercalando viajes kilométricos en avión, sin poder descansar mínimamente ni alimentarse como es obligado para recuperar tal gasto energético.
Obviamente no lo ha hecho sola. Es una de las 66 mujeres y hombres participantes en el World Marathon Challenge, una prueba que se celebra cada dos años desde 2015 y cuya inscripción cuesta 45.000 euros. La noticia, muy viral, tiene por tanto muchas aristas de información y análisis.
295 kilómetros y una vuelta al mundo en siete días
Para empezar por lo más claro, la hazaña resulta innegable desde el prisma deportivo, aunque se trate de una «competición» de carácter privado. Han sido siete maratones en siete días consecutivos, sin ninguna jornada de descanso.
Unzu completó los primeros en menos de tres horas y los últimos en algo más, lo que supone una marca importante. Su carrera no ha sido la de una atleta de elite (difícilmente podía serlo cuando tuvo su primer hijo a los 19 años), pero sí tiene algunos hitos: es la vigente campeona estatal de 100 kilómetros en ruta y el año pasado ya completó el reto de doce maratones en un año, uno por mes. De ahí a uno por día hay un salto simplemente brutal.
Además, Verdeliss no solo ha completado los siete maratones seguidos sin retirarse en ninguno de ellos, sino que ha ganado seis (todos salvo el último) y con ello la general femenina.
Entre medio ha afrontado traslados de varias horas de avión entre cada punto de carrera. Y sin olvidar que se han corrido en circunstancias climáticas muy diferentes. El primero, sobre la nieve de la Antártida; el segundo, en Ciudad del Cabo (Sudáfrica); el tercero se disputó en Perth (Australia); luego llegó el de Dubai (Emiratos Árabes Unidos); el quinto fue en Madrid; el sexto al otro lado del Atlántico, en Fortaleza (Brasil); y este séptimo en Miami (Estados Unidos). En resumen, una vuelta al mundo no en 80 días sino en siete, además de las siete carreras de 42,195 kilómetros.
Altruismo o proyección propia
El presupuesto de esta prueba de resistencia obviamente resulta muy alto, con aviones chárter y asistencia de todo tipo para los participantes, aunque no hay muchos datos sobre cómo se financia y qué pretende este World Marathon Challenge, más allá de las carísimas inscripciones. Unzu explica que pagó los 45.000 euros hace un año y de un solo golpe.
La competición cuenta con importantes patrocinadores privados, grandes marcas del sector del running y similares. No tiene excesiva proyección mediática, más allá de redes sociales. Pero parece ser rentable si se tiene en cuenta que arrancó en 2015 y sigue celebrándose.
A partir de ahí, cada participante explota su participación de diferente modo y con diversos objetivos. Verdeliss le ha dado un carácter solidario. Está difundiendo el caso de Claudia, una niña de seis años de Cartagena (Murcia) que padece desde que nació el síndrome de Menke-Hennekam, una enfermedad que afecta a unas 80 personas en el mundo.
Su madre, Georgina, estuvo en la carrera de Madrid y se fundió en un abrazo con Unzu para agradecerle que apoye la recaudación de fondos para un estudio pionero cuyo coste es de 270.000 euros en cuatro años. «Para nosotros, es un grano de arena que nos puede ayudar en esta montaña», aseguró Georgina, mientras Verdeliss le correspondió así: «Eres una madre coraje. Lo tuyo sí que es una maratón cada día».
En su carrera como influencer en redes desde 2008, Verdeliss ha acumulado un millón de seguidores en diferentes plataformas, con ingresos millonarios también. Este World Marathon Challenge disparará aún más su proyección. Se define como empresaria pero además está claro que se ha convertido en una empresa en sí misma.
De lo medioambiental a lo personal
En paralelo a la gran viralidad de la noticia crecen los debates en redes sobre diversos aspectos. En primer lugar, sobre la «challenge» en sí, que muchos tildan de «aventura para ricos» más que de competición deportiva. El término de «tour operador» aparece bastantes veces en referencia a la organización.
Algunas voces inciden también en los efectos medioambientales de estos siete vuelos chárter, que generan un volumen de emisiones contaminantes importante para dar satisfacción a apenas 66 participantes.
Varios médicos han alertado además del enorme riesgo físico que conlleva la experiencia. La recomendación habitual para los participantes en maratones es espaciarlos un mes para poder reponerse así físicamente del desgaste al que se somete al organismo. Este ha resultado extremo, sin duda: las imágenes de Unzu resultan bien elocuentes. «No puedo más, me retiro de esto», dijo exhausta al llegar a la meta de Brasil este miércoles. Este jueves llegar a la meta ha sido una epopeya, con graves problemas sobre todo de estómago. Pero lo ha logrado. En estos siete días, sin contar el desgaste de los viajes, puede haber gastado unas 20.000 calorías, una salvajada.
Otras voces ponen en duda el objetivo benéfico de algunos de los participantes, subrayando que destinar directamente el coste de la inscripción a esas causas sería bastante más fácil y directo.
La figura de esta influencer-deportista-empresaria-madre de Mutiloa, por último, no deja indiferente a nadie. Podría decirse que Estefanía Unzu recibe elogios sobre todo pero Verdeliss genera también múltiples críticas. No es cosa de hoy sino que viene de antes. Se le reprochó en su día un intento de monetarizar su faceta como madre (emitió en directo dos de sus ocho partos) o su decisión de entrar en una edición televisiva de Gran Hermano.
La propia Unzu señala, en tono de queja, que habitualmente se le pregunta si es miembro del Opus Dei por contar con una familia tan numerosa (y «en construcción» aún, según apunta en sus perfiles de redes). Verdeliss lo niega. Pero sí resulta evidente que su figura es utilizada como referencia sobre todo desde la derecha navarra, en sus medios y sus redes, quizás por esa apología de la vida familiar.
Encuentra las 7 diferencias .
— Verdeliss (@Verdeliss_) December 16, 2019
.#Verdeliss #Vida #1AñoDespues pic.twitter.com/9RMT1y5Ckn
Estefanía Unzu se limita a dar las gracias a su pareja, Aritz Seminario, por ayudarle en su carrera. Sus hijos estudian en la escuela pública, en inglés y castellano, con euskara como asignatura. El mayor, Aimar, ya apunta alto también porque ha ganado la Olimpiada Informática de Nafarroa.

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